8/09/2018, 20:16
—¡¡Ababaur!!
—¡Oye, oye! ¡lo siento! ¡que ha sido sin querer, tío!
Las voces se volvían cada vez más confusas a su alrededor, pero Ayame, con un pie entre el mundo de los conscientes y con el otro avanzando hacia el de los inconscientes, se aovilló aún más, intentando protegerse de un peligro desconocido para ella pero del que estaba convencida que caería sobre ella en cualquier momento. Una figura se cernió sobre ella, tapando la luz del sol, y fue entonces cuando supo que era su final...
—Lo siento mucho... solo quería traerte agua lo antes posible, y... he tropezado... —habló, y Ayame entreabrió los ojos con cierto esfuerzo. Entre luces y sombras pudo ver que, efectivamente, le estaba tendiendo una botella de agua—. Aquí tienes agua...
Y Ayame no pudo resistirlo por más tiempo. Se abalanzó sobre el chico, le arrebató la botella de las manos y como una bestia muerta de sed se la llevó a los labios y bebió a grandes tragos. Tal era su ansia que un hilillo de agua brotó de la comisura de su boca y resbaló hasta su barbilla hasta terminar por mojar su camiseta. Y al final pasó lo que tenía que pasar...
—¡COFF, COF, COF! —Ayame se vio obligada a detenerse con un violento acceso de tos, cuando el agua, en lugar de tomar la línea del esófago, decidió saltarse el semáforo de la epiglotis y precipitarse por su laringe—. Gr... COF, COFF... ¡Gra...cias...! ¡¡COFF!!
—¡Oye, oye! ¡lo siento! ¡que ha sido sin querer, tío!
Las voces se volvían cada vez más confusas a su alrededor, pero Ayame, con un pie entre el mundo de los conscientes y con el otro avanzando hacia el de los inconscientes, se aovilló aún más, intentando protegerse de un peligro desconocido para ella pero del que estaba convencida que caería sobre ella en cualquier momento. Una figura se cernió sobre ella, tapando la luz del sol, y fue entonces cuando supo que era su final...
—Lo siento mucho... solo quería traerte agua lo antes posible, y... he tropezado... —habló, y Ayame entreabrió los ojos con cierto esfuerzo. Entre luces y sombras pudo ver que, efectivamente, le estaba tendiendo una botella de agua—. Aquí tienes agua...
Y Ayame no pudo resistirlo por más tiempo. Se abalanzó sobre el chico, le arrebató la botella de las manos y como una bestia muerta de sed se la llevó a los labios y bebió a grandes tragos. Tal era su ansia que un hilillo de agua brotó de la comisura de su boca y resbaló hasta su barbilla hasta terminar por mojar su camiseta. Y al final pasó lo que tenía que pasar...
—¡COFF, COF, COF! —Ayame se vio obligada a detenerse con un violento acceso de tos, cuando el agua, en lugar de tomar la línea del esófago, decidió saltarse el semáforo de la epiglotis y precipitarse por su laringe—. Gr... COF, COFF... ¡Gra...cias...! ¡¡COFF!!