16/09/2015, 14:01
La actitud de la peliazul cambió drasticamente tras la respuesta del muchacho. Este no entendia qué habia podido hacer para despertar el mal humor de la kunoichi. Tal vez ella pensara que podia ocultarlo, pero Nabi la conocia bien. Sabia cuando ponia una sonrisa más falsa que un ryo del Ninjapoly para ocultar que le habia sentado mal algo. Sin mediar palabra fue a por unos palillos tradicionales para tomar fideos y los dejó en la mesa. Hecho eso, soltó que se iba a quedar con Mike.
El can diabolico, ante la invocación de su dueña, ama y señora, se acercó a ver si era para darle comida. La kunoichi le gruño al perro para marcar su territorio. Nabi estaba comiendo lentamente mientras soplaba los fideos para no quedarse sin papilas gustativas. Sin embargo, Eri parecia preocuparse más bien poco de eso, comia y comia sin detenerse siquiera a soplar o a respirar, hasta que finalmente dejo los palillos encima la mesa y se encaró al rubio.
Le reprochó que no le habia contado nada de su pasado y otras cosas que él no llego a entender, lo que acabo sacando en claro era que queria saber la historia de la cicatriz. Pero antes de que el shinobi pudiera contestar aquel animal demoniaco saltó a por su yugular. Tuvo que soltar los palillos para poder detener la bola de pelo al vuelo y que no llegara a lamerle.
Si querias saberlo podrias haberme preguntado y te lo hubiera contado, no tengo ningún problema con ello. Veras...
Pero justo cuando el Uchiha iba a comenzar su narración sobre la misteriosa cicatriz de su espalda alguien golpeo la puerta impacientemente. Antes de que la peliazul se pudiera levantar él ya se habia plantado en la puerta con el bicho peludo agarrado en un brazo. Abrió la puerta a lo loco, sin mirar quien era ni nada. Porque era Uchiha y era muy macho.
El can diabolico, ante la invocación de su dueña, ama y señora, se acercó a ver si era para darle comida. La kunoichi le gruño al perro para marcar su territorio. Nabi estaba comiendo lentamente mientras soplaba los fideos para no quedarse sin papilas gustativas. Sin embargo, Eri parecia preocuparse más bien poco de eso, comia y comia sin detenerse siquiera a soplar o a respirar, hasta que finalmente dejo los palillos encima la mesa y se encaró al rubio.
Le reprochó que no le habia contado nada de su pasado y otras cosas que él no llego a entender, lo que acabo sacando en claro era que queria saber la historia de la cicatriz. Pero antes de que el shinobi pudiera contestar aquel animal demoniaco saltó a por su yugular. Tuvo que soltar los palillos para poder detener la bola de pelo al vuelo y que no llegara a lamerle.
Si querias saberlo podrias haberme preguntado y te lo hubiera contado, no tengo ningún problema con ello. Veras...
Pero justo cuando el Uchiha iba a comenzar su narración sobre la misteriosa cicatriz de su espalda alguien golpeo la puerta impacientemente. Antes de que la peliazul se pudiera levantar él ya se habia plantado en la puerta con el bicho peludo agarrado en un brazo. Abrió la puerta a lo loco, sin mirar quien era ni nada. Porque era Uchiha y era muy macho.
—Nabi—