9/09/2018, 15:37
Anko no pudo evitar dar un ligero respingo, visiblemente sorprendida y asustada, al darse cuenta de que aquel muchacho rubio con la bandana de la Hierba llevaba una enorme —para el tamaño estándar de los arácnidos en Uzu— araña en su espalda.
—¡Dioses! —exclamó, tapándose la boca con ambas manos. No tardó en darse cuenta de su descortesía—. Lo siento, kusajin-san, es que... Bueno... Aquí las arañas no son tan... Grandes —agregó luego, disculpándose.
Finalmente la cocinera de dangos tomó nota de lo que quería Yota y se puso a cocinar. Akame se dio media vuelta mientras veía a Chokichi buscar por el diminuto local algo parecido a una mesa. No la encontró, claro, porque "El hogar de los 'E-mocchi-conos' era apenas un habitáculo con suficiente espacio para una barra, y tras esta los utensilios necesarios para cocinar.
En su lugar, el jōnin se limitó a esperar en la entrada del local mientras se encendía un cigarro. Le pegó una pitada y luego respondió a los dos shinobi que cuestionaban su poderío económico.
—Todo está bajo control, jóvenes —replicó con una media sonrisa, intentando hacerse el interesante—. Un jōnin como yo tiene sus recursos.
»Y bien, Chokichi-san, ¿de qué dijiste que iba esa revista tuya? Estoy seguro de que ahora es un buen momento para hacerle un par de preguntas a Yota-san, ¿eh?
—¡Dioses! —exclamó, tapándose la boca con ambas manos. No tardó en darse cuenta de su descortesía—. Lo siento, kusajin-san, es que... Bueno... Aquí las arañas no son tan... Grandes —agregó luego, disculpándose.
Finalmente la cocinera de dangos tomó nota de lo que quería Yota y se puso a cocinar. Akame se dio media vuelta mientras veía a Chokichi buscar por el diminuto local algo parecido a una mesa. No la encontró, claro, porque "El hogar de los 'E-mocchi-conos' era apenas un habitáculo con suficiente espacio para una barra, y tras esta los utensilios necesarios para cocinar.
En su lugar, el jōnin se limitó a esperar en la entrada del local mientras se encendía un cigarro. Le pegó una pitada y luego respondió a los dos shinobi que cuestionaban su poderío económico.
—Todo está bajo control, jóvenes —replicó con una media sonrisa, intentando hacerse el interesante—. Un jōnin como yo tiene sus recursos.
»Y bien, Chokichi-san, ¿de qué dijiste que iba esa revista tuya? Estoy seguro de que ahora es un buen momento para hacerle un par de preguntas a Yota-san, ¿eh?