¡Lechugos a la mar!

[Sasagani Yota]

— Supongo que los shinobi de Uzushiogakure pensaron otra cosa, y fueron a proteger a su compañero, igual que hicimos nosotros — admitió Juro. No iba aprobar el método de Yota —. La situación se complicó bastante.

Suspiré profundo y dejé caer mis hombros como si de pronto estos pesasen más de lo que uno podría soportar.

Podrías contarme desde cuanto tienes a este pequeñin contigo, ¿sabes? Literalmente apareció de tu espalda y nunca antes lo había visto.

— Pequeñina en todo caso, majete

Pero igual había llegado ya el momento de contarselo. De mi encuentro con mi padre, de lo del chakra natural, de todo lo que pasó en el Valle Aodori y que hizo dar un importante vuelco a mi vida. De mi nueva responsabilidad para y con las arañas, del pacto de sangre que hice con la Kuromibojin. Después de aquello me convertí en un Yota distinto, renovado y, quizás lo más importante, me sentí importante por la confianza depositada en mi por parte de aquellos animales y del legado que mi padre quiso dejar en mí.

— Por muy basta que pueda parecer, de momento no tiene pene. Es toda una mujercita — solté una pequeña carcajada — Hará, bueno, más o menos fue en otoño del año pasado, ya casi hace un año de ello. Desde entonces viajamos juntos. He cambiado, Jurete, lo que sucedió en aquel otoño me marcó y ni te imaginas hasta que punto. Ahora soy un nuevo Yota

«Un Yota más poderoso»