10/09/2018, 15:57
Todo sería raro a partir de ese momento, si es que las risas y el ambiente oscuro no lo eran lo suficiente. El silencio gobernó los oídos de todos a la perfección, una extraña perfección. Ya no se escuchaba al caballo, no se escuchaba el chicle de Suka, no se escuchaban siquiera los pasos de cada uno de los presentes.
Pero la calma duraría solamente lo suficiente para hacerse notar. Solamente uno lo podía sentir, o eso parecía porque los demás seguían a su bola, como si nada pasara. El "tic-tac" de un reloj empezó a sonar cada vez con más intensidad sin tener un lugar de procedencia claro. Sonaba desde todas las direcciones y de ninguna a la vez, el tiempo haría entender que sonaba en la mente de uno.
Las risas, porque ahora se sentían más de una, volvieron a invadir la escena. Los gennin la escucharían, sí, pero seguirían en lo suyo. O al menos solo por unos segundos más.
Nadie se había podido hablar ni hacer gestos durante ese tiempo, mientras que el reloj sonaba, pero eso estaba por cambiar. Daruu y Karamaru, ambos pudieron ver al mismo tiempo como el pequeño pelirrojo sin siquiera enterarse comenzó a separarse en pedazos de papel negro que se llevaba el viento. Sin que nadie pudiera actuar el enano había desaparecido.
Las miradas de los gennin restantes se cruzarían una vez más y esta vez un destello rojo en las pupilas de cada uno llamaría la atención. Daruu podría ver por primera vez al calvo dejar de deambular alrededor del carromato, Karamaru vería a su compañero dejar la guardia y dirigirse a él. El destello había durado tan solo un segundo pero fue suficiente para que sus miradas de indiferencia ante la situación se volvieran malévolas y perversas, un rostro que estaba fuera de sí.
La risa se volvió a escuchar. El "tic-tac" del reloj, tras llegar a un volumen que punzaba la cabeza, se detuvo.
Karamaru tomó un kunai y se puso en guardia, o eso vería el peliazul. El monje solamente vería como el Amedama se acercaba a paso lento blandiendo su par de afiladas katanas.
Pero la calma duraría solamente lo suficiente para hacerse notar. Solamente uno lo podía sentir, o eso parecía porque los demás seguían a su bola, como si nada pasara. El "tic-tac" de un reloj empezó a sonar cada vez con más intensidad sin tener un lugar de procedencia claro. Sonaba desde todas las direcciones y de ninguna a la vez, el tiempo haría entender que sonaba en la mente de uno.
Las risas, porque ahora se sentían más de una, volvieron a invadir la escena. Los gennin la escucharían, sí, pero seguirían en lo suyo. O al menos solo por unos segundos más.
Nadie se había podido hablar ni hacer gestos durante ese tiempo, mientras que el reloj sonaba, pero eso estaba por cambiar. Daruu y Karamaru, ambos pudieron ver al mismo tiempo como el pequeño pelirrojo sin siquiera enterarse comenzó a separarse en pedazos de papel negro que se llevaba el viento. Sin que nadie pudiera actuar el enano había desaparecido.
Las miradas de los gennin restantes se cruzarían una vez más y esta vez un destello rojo en las pupilas de cada uno llamaría la atención. Daruu podría ver por primera vez al calvo dejar de deambular alrededor del carromato, Karamaru vería a su compañero dejar la guardia y dirigirse a él. El destello había durado tan solo un segundo pero fue suficiente para que sus miradas de indiferencia ante la situación se volvieran malévolas y perversas, un rostro que estaba fuera de sí.
La risa se volvió a escuchar. El "tic-tac" del reloj, tras llegar a un volumen que punzaba la cabeza, se detuvo.
Karamaru tomó un kunai y se puso en guardia, o eso vería el peliazul. El monje solamente vería como el Amedama se acercaba a paso lento blandiendo su par de afiladas katanas.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘