10/09/2018, 20:50
(Última modificación: 10/09/2018, 20:51 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Daruu y Kōri parecían tan confundidos como ella. Intercambiaron una mirada, su compañero de equipo se encogió de hombros y entonces se levantó y se dirigió hacia la puerta del restaurante, que abrió para salir al exterior. Ayame les siguió de cerca, y una vez fuera la lluvia les recibió con un abrazo. Antes, entre las prisas y la sorpresa que les había pillado desprevenidos, no se había parado a mirar a su alrededor, pero ahora que lo hacía se dio cuenta de que se encontraban en una avenida comercial. Afortunadamente era demasiado temprano para que las tiendas hubiesen abierto, así que aún tenían varios minutos antes de que la calle comenzara a llenarse de gente y les entorpeciera la investigación.
—Bueno, ¿y si el gato ha seguido al ladrón? —sugirió Kōri, y Ayame ladeó la cabeza ligeramente, no demasiado convencida. Los perros eran conocidos por la lealtad hacia sus dueños, pero no estaba segura de si se podía llegar a afirmar lo mismo hacia los gatos, por lo general famosos por su independencia—. De nuevo, es mucho suponer. Pero no tenemos mas pistas aquí. Daríamos palos de ciego si nos pusiéramos a intentar buscarlo por toda Amegakure. Podrías usar tu ecolocalización. ¿O la lluvia te entorpecería?
Ayame esbozó una amplia sonrisa, cargada de orgullo.
—¿Por qué me iban a entorpecer unas gotitas? Hace falta algo más que eso —se rio, hinchando el pecho. Aunque enseguida se llevó una mano al mentón, pensativa—. Lo que sí es verdad es que el rango que soy capaz de alcanzar no es que sea demasiado... grande. En mis mejores momentos, lo máximo que he conseguido es "ver" a siete metros a la redonda. Pero lo intentaré.
Ayame se colocó en el centro de la callejuela, cerró los ojos para concentrarse mejor y entrelazó las manos en el sello del pájaro. Respiró hondo un par de veces, se acomodó los hombros y entonces chasqueó la lengua con fuerza. El sonido se propagó a su alrededor, cargado con su propio chakra, y el eco volvería a ella devolviéndole la imagen de todos los obstáculos que encontrara en su camino.
—Bueno, ¿y si el gato ha seguido al ladrón? —sugirió Kōri, y Ayame ladeó la cabeza ligeramente, no demasiado convencida. Los perros eran conocidos por la lealtad hacia sus dueños, pero no estaba segura de si se podía llegar a afirmar lo mismo hacia los gatos, por lo general famosos por su independencia—. De nuevo, es mucho suponer. Pero no tenemos mas pistas aquí. Daríamos palos de ciego si nos pusiéramos a intentar buscarlo por toda Amegakure. Podrías usar tu ecolocalización. ¿O la lluvia te entorpecería?
Ayame esbozó una amplia sonrisa, cargada de orgullo.
—¿Por qué me iban a entorpecer unas gotitas? Hace falta algo más que eso —se rio, hinchando el pecho. Aunque enseguida se llevó una mano al mentón, pensativa—. Lo que sí es verdad es que el rango que soy capaz de alcanzar no es que sea demasiado... grande. En mis mejores momentos, lo máximo que he conseguido es "ver" a siete metros a la redonda. Pero lo intentaré.
Ayame se colocó en el centro de la callejuela, cerró los ojos para concentrarse mejor y entrelazó las manos en el sello del pájaro. Respiró hondo un par de veces, se acomodó los hombros y entonces chasqueó la lengua con fuerza. El sonido se propagó a su alrededor, cargado con su propio chakra, y el eco volvería a ella devolviéndole la imagen de todos los obstáculos que encontrara en su camino.