13/09/2018, 12:49
Ayame, que parecía haber encontrado algo, se dirigió a un callejón cercano. Kori y Daruu se miraron un momento y procedieron a seguirla a paso rápido. Una vez allí, encontraron lo que parecía ser un contenedor de basura de tamaño mediano que había volcado: justo el tipo de cosas con las que tropieza alguien que huía a toda prisa de un sitio, pensó Daruu.
Se acercó a Ayame, que estaba oteando el cielo en busca de algo más. Allí sólo había una pasarela metálica con escaleras, que llegaba hasta el pie del callejón y permitía subir a la terraza.
No obstante, Kori se percató de algo más.
—No es arriba a donde deberíais estar mirando —dijo, llamándoles la atención.
Daruu bajó la mirada instantáneamente, y se dio cuenta de que de un charco de porquería del contenedor se alejaban a cotas intermitentes lo que parecían ser... huellas de gato.
—Joder, menudo gato más gordo —bufó Daruu—. Yo pensé que el contenedor lo había derribado el asesino.
Se acercó a Ayame, que estaba oteando el cielo en busca de algo más. Allí sólo había una pasarela metálica con escaleras, que llegaba hasta el pie del callejón y permitía subir a la terraza.
No obstante, Kori se percató de algo más.
—No es arriba a donde deberíais estar mirando —dijo, llamándoles la atención.
Daruu bajó la mirada instantáneamente, y se dio cuenta de que de un charco de porquería del contenedor se alejaban a cotas intermitentes lo que parecían ser... huellas de gato.
—Joder, menudo gato más gordo —bufó Daruu—. Yo pensé que el contenedor lo había derribado el asesino.