13/09/2018, 16:54
Se acabó lo que se daba.
Me gustase o me disgustase, el mundo había cambiado por completo. Giro radical de todo lo que hasta entonces conocía. Y todo ello gracias a lo que ocurrió 3 meses atrás en Uzushiogakure. El pacto se había esfumado por donde había venido y ahora las 3 Grandes Aldeas Shinobi convivían en una calma tensa hasta que alguien pusiera la gota que colmase el vaso. Por todo ello, había que trabajar duro, dar el 200 por cien por y para la aldea en pos de protegerse adecuadamente y mi forma de ser útil era realizando misiones.
Así que aquel día, dos días después de nuestra llegada a Kusagakure, después de sentirme como en casa tras el largo viaje, me levanté con decisión. Con mi ropajes habituales y todo mi arsenal shinobi a cuestas, me despedí de mamá y puse rumbo al edificio del Morikage, aquel dojo que destacaba por ser más grande que los que lo rodeaban. Y al entrar...
«¿Jurete?»
¿Qué cojones veían mis ojos? Hoy me habían metido en un genjutsu o de repente me había dado una fiebre brutal. Pero no, aquello era muy real. El que hasta entonces había sido mi compañero de equipo, Eikyu Juro, estaba en la recepción de aquel mismo edificio con un jodido chaleco ninja y una placa dorada en su antebrazo derecho.
«¡Joder! ¡Al final si que tomaron en cuenta el examen!»
Ya lo creo que lo habían hecho, de otro modo aquello no podía ser real. Sacudí al cabeza un par de veces y reanudé la marcha para acercarme hasta el mismo sitio que el ahora jounin para solicitar la misión del día.
— Buenas, ¿tienes algo para el mejor shinobi de Kusagakure? — carraspee un par de veces ladeando ligeramente la cara — Felicidades, Jurete
— Así que al final tuvieron en cuenta las priemras fases del examen, ¿eh?
Me gustase o me disgustase, el mundo había cambiado por completo. Giro radical de todo lo que hasta entonces conocía. Y todo ello gracias a lo que ocurrió 3 meses atrás en Uzushiogakure. El pacto se había esfumado por donde había venido y ahora las 3 Grandes Aldeas Shinobi convivían en una calma tensa hasta que alguien pusiera la gota que colmase el vaso. Por todo ello, había que trabajar duro, dar el 200 por cien por y para la aldea en pos de protegerse adecuadamente y mi forma de ser útil era realizando misiones.
Así que aquel día, dos días después de nuestra llegada a Kusagakure, después de sentirme como en casa tras el largo viaje, me levanté con decisión. Con mi ropajes habituales y todo mi arsenal shinobi a cuestas, me despedí de mamá y puse rumbo al edificio del Morikage, aquel dojo que destacaba por ser más grande que los que lo rodeaban. Y al entrar...
«¿Jurete?»
¿Qué cojones veían mis ojos? Hoy me habían metido en un genjutsu o de repente me había dado una fiebre brutal. Pero no, aquello era muy real. El que hasta entonces había sido mi compañero de equipo, Eikyu Juro, estaba en la recepción de aquel mismo edificio con un jodido chaleco ninja y una placa dorada en su antebrazo derecho.
«¡Joder! ¡Al final si que tomaron en cuenta el examen!»
Ya lo creo que lo habían hecho, de otro modo aquello no podía ser real. Sacudí al cabeza un par de veces y reanudé la marcha para acercarme hasta el mismo sitio que el ahora jounin para solicitar la misión del día.
— Buenas, ¿tienes algo para el mejor shinobi de Kusagakure? — carraspee un par de veces ladeando ligeramente la cara — Felicidades, Jurete
— Así que al final tuvieron en cuenta las priemras fases del examen, ¿eh?
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa