18/09/2015, 16:11
La pregunta del peliblanco no tardo en ser contestada, puesto que parecía que su ahora acompañante estaba en buena disposición como para conversar sobre sí mismo.
Primeramente le aseguro ser de Amegakure, una de las tres principales aldeas ninjas. Lo segundo que le aseguro fue que en aquel lugar había una lluvia casi permanente. Lo cual asombro al Ishimura puesto que ya había visitado lugares donde llovía bastante, pero nada cercano a lo que describía aquel chico.
«Que extraño… Me cuesta imaginarme un lugar en que el llueva todo el tiempo. Es decir ¿Cómo hace la gente? ¿Puede haber edificios en un lugar donde el terreno siempre esta húmedo? ¿Cómo aguantan las cosechas una lluvia tan prolongada?» —esta y más preguntas se desplazaban por la mente de Kazuma, pero aun así prefería esperar a otro momento para planteárselas al calvo.
Karamaru continúo hablando. Le aseguro que viajaba solo para cambiar la rutina y por el hecho de que le gustaba ver paisajes distintos. Parecía que tenía algo en común con el de ojos grises, y este apreciaba aquello pues sabía que una excursión era una oportunidad perfecta para enriquecerse espiritualmente.
Luego de hablar sobre sí mismo, el joven de Ame hizo la pregunta que su acompañante esperaba.
Kazuma procedió a tomar de su macuto lo que parecía ser una especia de enrollado de tela, luego con uno de sus kunais y con un poco de esfuerzo, corto el hilo que lo mantenía con aquella forma tubular. Resultaba ser una manta, no muy gruesa pero era amplia y suficiente para una persona.
—En realidad no tenemos que hacer nada —dijo con una leve sonrisa—. Según se; hasta hace unos meses la gente del pueblo solía quedarse a acampar en la playa, pero con la llegada del rufián que busco, aquello dejo de ser una actividad aconsejable puesto que siempre venia en medio de la noche y despojaba de sus pertenencias a los campistas.
—Si no quedamos aquí lo más probable es que piense que somos gente del pueblo y se acerque para tratar de robarnos. Lo cual me parece bien porque así me ahorraría el trabajo de buscarlo —aseguro mientras que sentado se envolvía de pies a cabeza con su frazada.
Primeramente le aseguro ser de Amegakure, una de las tres principales aldeas ninjas. Lo segundo que le aseguro fue que en aquel lugar había una lluvia casi permanente. Lo cual asombro al Ishimura puesto que ya había visitado lugares donde llovía bastante, pero nada cercano a lo que describía aquel chico.
«Que extraño… Me cuesta imaginarme un lugar en que el llueva todo el tiempo. Es decir ¿Cómo hace la gente? ¿Puede haber edificios en un lugar donde el terreno siempre esta húmedo? ¿Cómo aguantan las cosechas una lluvia tan prolongada?» —esta y más preguntas se desplazaban por la mente de Kazuma, pero aun así prefería esperar a otro momento para planteárselas al calvo.
Karamaru continúo hablando. Le aseguro que viajaba solo para cambiar la rutina y por el hecho de que le gustaba ver paisajes distintos. Parecía que tenía algo en común con el de ojos grises, y este apreciaba aquello pues sabía que una excursión era una oportunidad perfecta para enriquecerse espiritualmente.
Luego de hablar sobre sí mismo, el joven de Ame hizo la pregunta que su acompañante esperaba.
Kazuma procedió a tomar de su macuto lo que parecía ser una especia de enrollado de tela, luego con uno de sus kunais y con un poco de esfuerzo, corto el hilo que lo mantenía con aquella forma tubular. Resultaba ser una manta, no muy gruesa pero era amplia y suficiente para una persona.
—En realidad no tenemos que hacer nada —dijo con una leve sonrisa—. Según se; hasta hace unos meses la gente del pueblo solía quedarse a acampar en la playa, pero con la llegada del rufián que busco, aquello dejo de ser una actividad aconsejable puesto que siempre venia en medio de la noche y despojaba de sus pertenencias a los campistas.
—Si no quedamos aquí lo más probable es que piense que somos gente del pueblo y se acerque para tratar de robarnos. Lo cual me parece bien porque así me ahorraría el trabajo de buscarlo —aseguro mientras que sentado se envolvía de pies a cabeza con su frazada.