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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Le dolían todos y cada uno de los músculos del cuerpo. Le dolía la cabeza. Cada paso que daba todo le retumbaba, desde las uñas hasta el cráneo. Por dolerle, podría decir que le dolían hasta la punta de las pestañas. Pero, con un sonoro bostezo, siguió caminando hacia la Plaza del Calabobos. Como cada amanecer desde que había regresado a Amegakure. Con aquellas ojeras que ya se había acostumbrado a ver en el espejo cada mañana.

Su padre se había tomado muy en serio el castigo de la Arashikage de no dejarla salir de la aldea hasta que no reforzara su autocontrol. Vaya que sí lo había hecho. No le había dado tregua ni un sólo día desde entonces. Los primeros días fueron los peores de su vida. Aotsuki Zetsuo era un hombre que no destacaba por su compasión, ni siquiera hacia sus propios hijos. Y de poco le habían servido los lloriqueos o intentar remolonear los días que peor se encontraba, si hacía falta el hombre la sacaba a la fuerza de la cama, se la echaba al hombro y la tiraba sobre la calle encharcada sin importar que aún estuviera en pijama. Y eso por no hablar de aquel día que se durmió sin querer y llegó tarde a la sesión de entrenamiento.

Ahora, como los últimos días, quería creer que estaba mejorando... Pero seguía sin saber si aquel día sería el último de su tortura, no podía ver la luz al final del túnel. La luz de su libertad.

Ayame subió los escalones con la parsimonia de un reo condenado a la horca y los músculos de las piernas gritando a cada paso dado. Subió los escalones de piedra que giraban sobre sí mismos alrededor de la plaza, ascendiendo, y cuando sobrepasó el último lanzó un largo suspiro cargado de cansancio y se sentó en el mismo banco de siempre, bajo el mismo árbol de siempre.

Sólo le quedaba esperar.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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Mensajes en este tema
La fortaleza de Amegakure - por Aotsuki Ayame - 16/09/2018, 22:49


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