17/09/2018, 03:12
Yui cruzó las manos bajo el mentón y observó a Kaido con esos ojos azules tan característicos suyos. La marca de Amegakure, marcada a fuego en su frente, moviéndose cada vez que alzaba una ceja o fruncía el ceño.
—Apareció —constató la Arashikage. Lejos de parecer preocupada, sonreía—. Lo que, sumada a cierta información que obtuvimos recientemente, nos brinda una oportunidad única. Pero aquí, Hageshi, piensa que todavía no estás preparado.
Kaguya Hageshi ni se inmutó. Otros, quizá, se hubiesen acalorado ligeramente al ser delatados por su Kage hablando desfavorablemente de un compañero. No una jounin de Amagakure no Sato. Menos Kaguya Hageshi. No hubo alarma en sus ojos oscuros. Tampoco una mirada amenazante, retadora, como lanzaría ese abusón con un cargo de poder para reafirmar su superioridad. Denotando, en el fondo, falta de confianza en sí mismo. Nada de eso. Ni siquiera trató de excusarse.
No hasta que Yui desvió la mirada hacia ella y consideró que debía hablar.
—He visto su examen. Tiene un seis raspado de media. En mis tiempos, eso era un suspenso. —Y un suspenso tan grande como un rascacielos—. Pienso que le falta rodaje.
Yui dejó escapar un suspiro afilado entre sus dientes de sierra.
—¿Qué opinas tú, Kaido? Has visto a lo que te puedes enfrentar. Se nos ha presentado una oportunidad única. Y tú eres el único que puede explotarla.
Yui clavó sus ojos en él y aguardó. Kaido notó la carga en el ambiente, la presión que la mera presencia de Yui ejercía sobre él. Tenía que elegir. Tenía que elegir rápido. Y tenía que elegir bien.
Que los Dioses le amparasen si no era así.
—Apareció —constató la Arashikage. Lejos de parecer preocupada, sonreía—. Lo que, sumada a cierta información que obtuvimos recientemente, nos brinda una oportunidad única. Pero aquí, Hageshi, piensa que todavía no estás preparado.
Kaguya Hageshi ni se inmutó. Otros, quizá, se hubiesen acalorado ligeramente al ser delatados por su Kage hablando desfavorablemente de un compañero. No una jounin de Amagakure no Sato. Menos Kaguya Hageshi. No hubo alarma en sus ojos oscuros. Tampoco una mirada amenazante, retadora, como lanzaría ese abusón con un cargo de poder para reafirmar su superioridad. Denotando, en el fondo, falta de confianza en sí mismo. Nada de eso. Ni siquiera trató de excusarse.
No hasta que Yui desvió la mirada hacia ella y consideró que debía hablar.
—He visto su examen. Tiene un seis raspado de media. En mis tiempos, eso era un suspenso. —Y un suspenso tan grande como un rascacielos—. Pienso que le falta rodaje.
Yui dejó escapar un suspiro afilado entre sus dientes de sierra.
—¿Qué opinas tú, Kaido? Has visto a lo que te puedes enfrentar. Se nos ha presentado una oportunidad única. Y tú eres el único que puede explotarla.
Yui clavó sus ojos en él y aguardó. Kaido notó la carga en el ambiente, la presión que la mera presencia de Yui ejercía sobre él. Tenía que elegir. Tenía que elegir rápido. Y tenía que elegir bien.
Que los Dioses le amparasen si no era así.