18/09/2018, 01:55
—A ti —respondió el último, montando a su can—. coged al crío, viene al umbral con nosotros.
Ikari, aquella que recalcó lo obvio; dio un paso adelante y sonrió salvajemente. Una ligera ola de chakra atizó su cuerpo, y sus rasgos se hicieron mucho más notorios, por sobre todo las garras en sus manos y el aspecto lobezno de sus facciones. A su lado le acompañaba uno de los canes.
—Tus ojos se mueven como los de un cervatillo cuando se siente acorralado. Quieres encontrar una salida. Hay un cinco porciento de probabilidad de que lo consigas. ¿Qué es lo que vas a hacer, cordero?
Ikari, aquella que recalcó lo obvio; dio un paso adelante y sonrió salvajemente. Una ligera ola de chakra atizó su cuerpo, y sus rasgos se hicieron mucho más notorios, por sobre todo las garras en sus manos y el aspecto lobezno de sus facciones. A su lado le acompañaba uno de los canes.
—Tus ojos se mueven como los de un cervatillo cuando se siente acorralado. Quieres encontrar una salida. Hay un cinco porciento de probabilidad de que lo consigas. ¿Qué es lo que vas a hacer, cordero?