18/09/2018, 04:23
(Última modificación: 18/09/2018, 04:31 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
Pues vaya consuelo, eso de que un jodido Señor Feudal estuviera involucrado en el asunto. O que la misma Yui admitiera que esos cabrones se habían convertido en un molesto grano en el culo, y que su paciencia parecía haberse agotado tras los continuados aunque infructuosos intentos de desarticular a la organización.
Aunque ahora existía una ventana. Una oportunidad cuasi perfecta de sembrar un activo fiel en el corazón del Dragón, para así poder apuñalarlo desde adentro. Y todo a través de un sistema que manejaban ellos a fin de reemplazar a cada cabeza que fueran perdiendo a lo largo de los años.
Y con la muerte de Katame, ahí estaba. La ventana de la que hablábamos.
—¿Lo entiendes, Kaido? Vas a tener que emular lo que hiciste con los Hozuki…
»... e infiltrarte en la organización.
El gyojin asintió, parsimonioso. Ya contemplaba esa opción incluso desde que conoció a Hageshi, hará unos cuatro meses atrás. En aquel entonces, sin embargo, aún no tenía su recién ganado chaleco, y tampoco podía decir que tenía tanto apego hacia su Aldea como en ese instante, con todo lo sucedido durante el Chunin. Eran tiempos de necesidad, ¿pero en dónde le necesitaba Amekoro Yui? ¿En Amegakure, defendiendo a la Aldea de las Ratas uzureñas? ¿O en Hibakari, recabando los nombres, rostros y localizaciones de otro poderoso enemigo al que también era prioritario hacer desaparecer del mapa?
Por como le miraba, y tal y como se lo había pedido, la necesidad estaba más que clara.
—Así se hará, Yui-sama —respondió, convencido—. habrá entonces que trabajar una buena coartada, por eso de que conocen quién soy y de dónde provengo. Convencerlos de que mis intereses ya no están alineados con vosotros, sino con Dragón Rojo.
«¿Pero cómo?»
Oh, él sabía perfectamente cómo. Y por los vientos que soplaban, ellas también.
Aunque ahora existía una ventana. Una oportunidad cuasi perfecta de sembrar un activo fiel en el corazón del Dragón, para así poder apuñalarlo desde adentro. Y todo a través de un sistema que manejaban ellos a fin de reemplazar a cada cabeza que fueran perdiendo a lo largo de los años.
Y con la muerte de Katame, ahí estaba. La ventana de la que hablábamos.
—¿Lo entiendes, Kaido? Vas a tener que emular lo que hiciste con los Hozuki…
»... e infiltrarte en la organización.
El gyojin asintió, parsimonioso. Ya contemplaba esa opción incluso desde que conoció a Hageshi, hará unos cuatro meses atrás. En aquel entonces, sin embargo, aún no tenía su recién ganado chaleco, y tampoco podía decir que tenía tanto apego hacia su Aldea como en ese instante, con todo lo sucedido durante el Chunin. Eran tiempos de necesidad, ¿pero en dónde le necesitaba Amekoro Yui? ¿En Amegakure, defendiendo a la Aldea de las Ratas uzureñas? ¿O en Hibakari, recabando los nombres, rostros y localizaciones de otro poderoso enemigo al que también era prioritario hacer desaparecer del mapa?
Por como le miraba, y tal y como se lo había pedido, la necesidad estaba más que clara.
—Así se hará, Yui-sama —respondió, convencido—. habrá entonces que trabajar una buena coartada, por eso de que conocen quién soy y de dónde provengo. Convencerlos de que mis intereses ya no están alineados con vosotros, sino con Dragón Rojo.
«¿Pero cómo?»
Oh, él sabía perfectamente cómo. Y por los vientos que soplaban, ellas también.