18/09/2018, 18:30
Agachado y en soledad, Uchiha Akame trabajó en la cerradura con la precisión y cuidado que siempre acostumbraba a mostrar, y que ya formaba parte de su naturaleza. Metódico, sin florituras ni improvisaciones innecesarias. Poco a poco, milímetro a milímetro, explorando la zona con la delicadeza de un amante hasta finalmente conseguir que se abriese para él.
Nada más entrar, vio con el rabillo del ojo un pequeño papelito, de no más de tres centímetros, aterrizar sobre el suelo. Era como si hubiese estado sostenido entre el borde de la puerta y el marco, y ahora, al abrirla, hubiese caído.
El pequeño piso no tenía más que una puerta a la derecha, una cocina a la izquierda, y una cama al frente, al lado de un gran ventanal. Había una mesita de noche al lado de la cama, y a su izquierda, un escritorio con varios cajones a ambos lados. Una mesa redonda en el centro, donde Chokichi debía comer, con solo una silla en ella. La primera impresión era que estaba limpio, enfermizamente limpio. Ni una mota de polvo, ni una arruga en la cama, y, ni mucho menos, un plato en el fregadero sin lavar.
Y, todo dicho sea de paso, ni rastro de los inquietantes maniquíes que Uchiha Akame se había encontrado un año atrás.
Una corta serie de sellos permitió a Akame ser invisible a ojos del mundo. Imperceptible, sí, y al mismo tiempo tan real como el espíritu de Shiona que todavía impregnaba las calles y los corazones de sus hijos. Algunos, decían con voz abatida, cada vez menos.
Pero, cuál sería su sorpresa cuando, una vez asomase de nuevo la cabeza, el Hozuki tampoco estuviese allí. Desaparecido, sin dejar rastro, como si alguien lo hubiese borrado del mapa. Una rama de un árbol se movió ligeramente, y una pequeña ráfaga de viento agitó sus hojas.
Nada más entrar, vio con el rabillo del ojo un pequeño papelito, de no más de tres centímetros, aterrizar sobre el suelo. Era como si hubiese estado sostenido entre el borde de la puerta y el marco, y ahora, al abrirla, hubiese caído.
El pequeño piso no tenía más que una puerta a la derecha, una cocina a la izquierda, y una cama al frente, al lado de un gran ventanal. Había una mesita de noche al lado de la cama, y a su izquierda, un escritorio con varios cajones a ambos lados. Una mesa redonda en el centro, donde Chokichi debía comer, con solo una silla en ella. La primera impresión era que estaba limpio, enfermizamente limpio. Ni una mota de polvo, ni una arruga en la cama, y, ni mucho menos, un plato en el fregadero sin lavar.
Y, todo dicho sea de paso, ni rastro de los inquietantes maniquíes que Uchiha Akame se había encontrado un año atrás.
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Una corta serie de sellos permitió a Akame ser invisible a ojos del mundo. Imperceptible, sí, y al mismo tiempo tan real como el espíritu de Shiona que todavía impregnaba las calles y los corazones de sus hijos. Algunos, decían con voz abatida, cada vez menos.
Pero, cuál sería su sorpresa cuando, una vez asomase de nuevo la cabeza, el Hozuki tampoco estuviese allí. Desaparecido, sin dejar rastro, como si alguien lo hubiese borrado del mapa. Una rama de un árbol se movió ligeramente, y una pequeña ráfaga de viento agitó sus hojas.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado