19/09/2018, 15:35
Tras examinar los tres cajones de la derecha del escritorio, Akame se aproximó a los de la izquierda. Nada más abrir el primero, notó algo extraño. Algo inusual en aquella casa: polvo. Apenas unas motas aquí y allá, pero allí estaban, tan claras como las estrellas en un cielo despejado.
En él, Akame encontró más sobres. Fotografías que, como las anteriores, eran inofensivas y no dañaban a nadie. A nadie, salvo, quizá, a él mismo. La primera de ellas ya fue un puñetazo directo a la mandíbula: un selfi de Chokichi y Haskoz. Haskoz le abrazaba con un brazo por encima de los hombros, mientras que con la otra mano realizaba un corte de manga a plena cámara. Ambos sonreían. Se les veía felices.
La segunda, era la autoproclamada Generación de Oro. Una fotografía de la promoción de Chokichi —que había suspendido y tenido que repetir— y Akame. Estaban todos, con la Academia a sus espaldas. Unos de pie, otros agachados, hincando una rodilla, para poder entrar todos en la instantánea. Haskoz y Akame estaban juntos. También estaba Chokichi. Noemi. Furukawa Eri. Senju Nabi. Senju Riko. Todos.
La tercera era de una casa que conocía muy bien: Furakwa Eri. Con las paredes ennegrecidas, el tejado caído y todavía con volutas de humo volando hacia el cielo. Otra foto del interior de la casa, de la habitación de Eri, chamuscada. Se veía un libro ennegrecido tirado en el suelo. Otra foto…
… de una página prohibida. Una página olvidada en una librería pequeña situada en un recóndito callejón de la Aldea. Una página que luego pasaría a manos de una joven chica especialista en medicina. Dicha página nunca había llegado a manos de su legítimo dueño, pero lo hacía ahora, a través de aquella instantánea.
Un año más tarde, Chokichi había cerrado el círculo: era una instantánea del mensaje que había dejado Haskoz en el libro de Eri, en una borrachera que ambos Uchiha habían tratado de olvidar. Su último y verdadero adiós.
Quedaban dos cajones por examinar.
Hozuki Chokichi cambió de posición. Se agachó, hincando una rodilla y apoyando un pie sobre la rama. Se llevó una mano al bolsillo, pareció comprobar las instantáneas que había sacado, y finalmente miró a izquierda y derecha para asegurarse de que no había nadie.
Se colgó entonces la cámara al cuello —atada por un cordel—, y saltó al suelo, deshaciendo su técnica de camuflaje. Todavía sin poder borrar la sonrisa de su rostro, empezó a caminar de vuelta a su hogar. Tenía trabajo por hacer.
En él, Akame encontró más sobres. Fotografías que, como las anteriores, eran inofensivas y no dañaban a nadie. A nadie, salvo, quizá, a él mismo. La primera de ellas ya fue un puñetazo directo a la mandíbula: un selfi de Chokichi y Haskoz. Haskoz le abrazaba con un brazo por encima de los hombros, mientras que con la otra mano realizaba un corte de manga a plena cámara. Ambos sonreían. Se les veía felices.
La segunda, era la autoproclamada Generación de Oro. Una fotografía de la promoción de Chokichi —que había suspendido y tenido que repetir— y Akame. Estaban todos, con la Academia a sus espaldas. Unos de pie, otros agachados, hincando una rodilla, para poder entrar todos en la instantánea. Haskoz y Akame estaban juntos. También estaba Chokichi. Noemi. Furukawa Eri. Senju Nabi. Senju Riko. Todos.
La tercera era de una casa que conocía muy bien: Furakwa Eri. Con las paredes ennegrecidas, el tejado caído y todavía con volutas de humo volando hacia el cielo. Otra foto del interior de la casa, de la habitación de Eri, chamuscada. Se veía un libro ennegrecido tirado en el suelo. Otra foto…
… de una página prohibida. Una página olvidada en una librería pequeña situada en un recóndito callejón de la Aldea. Una página que luego pasaría a manos de una joven chica especialista en medicina. Dicha página nunca había llegado a manos de su legítimo dueño, pero lo hacía ahora, a través de aquella instantánea.
Un año más tarde, Chokichi había cerrado el círculo: era una instantánea del mensaje que había dejado Haskoz en el libro de Eri, en una borrachera que ambos Uchiha habían tratado de olvidar. Su último y verdadero adiós.
Quedaban dos cajones por examinar.
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Hozuki Chokichi cambió de posición. Se agachó, hincando una rodilla y apoyando un pie sobre la rama. Se llevó una mano al bolsillo, pareció comprobar las instantáneas que había sacado, y finalmente miró a izquierda y derecha para asegurarse de que no había nadie.
Se colgó entonces la cámara al cuello —atada por un cordel—, y saltó al suelo, deshaciendo su técnica de camuflaje. Todavía sin poder borrar la sonrisa de su rostro, empezó a caminar de vuelta a su hogar. Tenía trabajo por hacer.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado