19/09/2018, 16:51
El nudo en la garganta y aquel sentimiento agridulce en su corazón desaparecieron tan rápido como Akame abrió el penúltimo cajón. Allí estaba lo que había estado buscando con tanta insistencia y por fin hallaba; uno de aquellos sobres de la muerte de Chokichi, con su propio nombre. El Uchiha lo abrió con cuidado y extrajo su contenido...
Los segundos siguientes le parecieron una eternidad. Sus ojos, abiertos de par en par, observaban con la viva expresión de la incredulidad aquellas instantáneas que le situaban en Hokutōmori, en plena madrugada, durante el Torneo del Valle de los Dojos.
«Imposible...»
Apurado, el jōnin leyó las anotaciones al reverso de las fotos, así como las de la libreta. Le temblaban las manos.
«Imposible... Este maldito...»
Por momentos notó como una sensación muy poderosa le nacía en el estómago y se extendía por todo su pecho, provocándole ligeros temblores. Era pánico. El más puro pánico. Hōzuki Chokichi estaba a punto de echarlo todo a perder. Todo por lo que tanto había entrenado, luchado y sacrificado. Su vida al completo, pendiendo de un hilo.
Devolvió las pruebas gráficas y la libreta al sobre, pero esta vez lo dejó sobre el escritorio. Rápidamente abrió el último cajón y se dispuso a rebuscar. Luego, daría una batida rápida por el resto de la estancia. No se entretendría mucho; nada de lo que encontrase a partir de ese momento iba a hacer ninguna diferencia.
¿O sí?
Los segundos siguientes le parecieron una eternidad. Sus ojos, abiertos de par en par, observaban con la viva expresión de la incredulidad aquellas instantáneas que le situaban en Hokutōmori, en plena madrugada, durante el Torneo del Valle de los Dojos.
«Imposible...»
Apurado, el jōnin leyó las anotaciones al reverso de las fotos, así como las de la libreta. Le temblaban las manos.
«Imposible... Este maldito...»
Por momentos notó como una sensación muy poderosa le nacía en el estómago y se extendía por todo su pecho, provocándole ligeros temblores. Era pánico. El más puro pánico. Hōzuki Chokichi estaba a punto de echarlo todo a perder. Todo por lo que tanto había entrenado, luchado y sacrificado. Su vida al completo, pendiendo de un hilo.
Devolvió las pruebas gráficas y la libreta al sobre, pero esta vez lo dejó sobre el escritorio. Rápidamente abrió el último cajón y se dispuso a rebuscar. Luego, daría una batida rápida por el resto de la estancia. No se entretendría mucho; nada de lo que encontrase a partir de ese momento iba a hacer ninguna diferencia.
¿O sí?