19/09/2018, 22:13
Llego la hora esperada y el instructor no apareció. Kazuma se preguntó respecto a las posibilidades: ¿Se le habría hecho tarde? Esa no era una buena primera impresión. ¿Acaso estaría probando su afamada paciencia? Podía ser… ¿Habría cambiado de opinión al ver su expediente y pensar que no tenía arreglo? Era una posibilidad, como todo en la vida.
Decidió que lo mejor era cumplir, al menos moralmente, con su parte y esperar hasta que el tiempo correspondiente pasase.
Deslizo la puerta y una voz le recibió:
— Oh, veo que llegaste pronto — dijo, con voz seria y fría —. Hanamura Kazuma, ¿verdad? Pasa. Cierra la puerta y siéntate en el otro cojín.
—Sí, ese soy yo —alcanzo a decir, sin inmutarse.
Pasó y cerró la puerta, alternando su curiosa mirada entre aquel sujeto y la estancia en donde estaba. Se sentó, y permaneció en expectante silencio. La persona frente a él tenía el chaleco y la placa que lo identificaban como un superior, pero parecía tan contemporáneo, tan joven… ¿Aquello sería bueno o malo? Su experiencia debía de ser poca, pero también debía de ser sumamente talentoso.
Abrió la boca varias veces, sin emitir sonido alguno, acallando la obvia pregunta sobre su edad. Se fijó en el libro que el instructor sostenía y como parecía estarlo leyendo al revés. Aquello le pareció sorpréndete, por lo difícil de la empresa: no solo tendría que cambiar la instintiva lectura de derecha a izquierda y de arriba abajo, sino que el orden de las ideas también estaría invertido. ¿Sería alguna clase de entrenamiento para mejorar la concentración en contextos de incomodidad? No lo sabía, siempre mantuvo distancia de aquellos juegos mentales que trataban de convertir algo maravilloso como la lectura en una tarea ardua y frustrante.
El silencio se mantuvo durante un tiempo que pareció dilatarse, hasta que las ganas de preguntar algo pudieron con él:
—Y… ¿Cómo le va con eso de ser instructor? —pregunto, con cierta indiferencia, tratando de no demostrar ansiedad.
Decidió que lo mejor era cumplir, al menos moralmente, con su parte y esperar hasta que el tiempo correspondiente pasase.
Deslizo la puerta y una voz le recibió:
— Oh, veo que llegaste pronto — dijo, con voz seria y fría —. Hanamura Kazuma, ¿verdad? Pasa. Cierra la puerta y siéntate en el otro cojín.
—Sí, ese soy yo —alcanzo a decir, sin inmutarse.
Pasó y cerró la puerta, alternando su curiosa mirada entre aquel sujeto y la estancia en donde estaba. Se sentó, y permaneció en expectante silencio. La persona frente a él tenía el chaleco y la placa que lo identificaban como un superior, pero parecía tan contemporáneo, tan joven… ¿Aquello sería bueno o malo? Su experiencia debía de ser poca, pero también debía de ser sumamente talentoso.
Abrió la boca varias veces, sin emitir sonido alguno, acallando la obvia pregunta sobre su edad. Se fijó en el libro que el instructor sostenía y como parecía estarlo leyendo al revés. Aquello le pareció sorpréndete, por lo difícil de la empresa: no solo tendría que cambiar la instintiva lectura de derecha a izquierda y de arriba abajo, sino que el orden de las ideas también estaría invertido. ¿Sería alguna clase de entrenamiento para mejorar la concentración en contextos de incomodidad? No lo sabía, siempre mantuvo distancia de aquellos juegos mentales que trataban de convertir algo maravilloso como la lectura en una tarea ardua y frustrante.
El silencio se mantuvo durante un tiempo que pareció dilatarse, hasta que las ganas de preguntar algo pudieron con él:
—Y… ¿Cómo le va con eso de ser instructor? —pregunto, con cierta indiferencia, tratando de no demostrar ansiedad.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)