19/09/2018, 23:25
Sin mudar su expresión marmórea, el jōnin ató cabos y llegó a la obvia conclusión. Las fotografías halladas en ese último cajón hacían toda la diferencia, su plan inicial acababa de dar un vuelco y ahora tenía ante sí la posibilidad de ejecutar una maniobra mucho más discreta y a la altura de alguien como Chokichi. Darle a probar un poco de su propia medicina.
Tomó aquel álbum de fotos, y también todos los sobres que había encontrado en los otros cajones. Los enrolló y se los guardó en los pantalones, bajo el chaleco.
Luego cerró los cajones —aunque no se molestó en cerrar el que hacía las veces de caja fuerte, ni tampoco en recolocar la cerradura— y repasó los alrededores por si se dejaba algo. Luego, hizo una serie de sellos y el Henge no Jutsu le permitió transformarse en una réplica exacta del propio Chokichi.
Antes de salir, comprobó que el papelito estaba colocado donde debía, y cerró la pesada puerta tras de él. Luego, bajó los escalones hasta llegar al portal del edificio, y salió a la calle. Una vez allí, enfiló el camino hacia su propia casa.
Los pasos de Akame y el nervioso chuunin les condujeron hasta la calle donde se situaba la residencia Sakamoto. Una vez allí, el Uchiha se detuvo a una buena distancia de la puerta; suficiente para no llamar la atención, pero también para que los guardias pudieran ser alertados si se formaba un alboroto. Luego se sacó la cajetilla de tabaco del bolsillo de su chaleco y se encendió un pitillo con toda la parsimonia del mundo.
—Paciencia, Chokichi-san, paciencia. Ahora debemos esperar —respondió a las dudas del pelirrojo.
Y así, el Uchiha se dispuso a dejar correr el tiempo durante unos minutos, mientras fumaba tranquilas pitadas de su cigarrillo, sin quitar ojo a Chokichi y su cámara.
Tomó aquel álbum de fotos, y también todos los sobres que había encontrado en los otros cajones. Los enrolló y se los guardó en los pantalones, bajo el chaleco.
Luego cerró los cajones —aunque no se molestó en cerrar el que hacía las veces de caja fuerte, ni tampoco en recolocar la cerradura— y repasó los alrededores por si se dejaba algo. Luego, hizo una serie de sellos y el Henge no Jutsu le permitió transformarse en una réplica exacta del propio Chokichi.
Antes de salir, comprobó que el papelito estaba colocado donde debía, y cerró la pesada puerta tras de él. Luego, bajó los escalones hasta llegar al portal del edificio, y salió a la calle. Una vez allí, enfiló el camino hacia su propia casa.
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Los pasos de Akame y el nervioso chuunin les condujeron hasta la calle donde se situaba la residencia Sakamoto. Una vez allí, el Uchiha se detuvo a una buena distancia de la puerta; suficiente para no llamar la atención, pero también para que los guardias pudieran ser alertados si se formaba un alboroto. Luego se sacó la cajetilla de tabaco del bolsillo de su chaleco y se encendió un pitillo con toda la parsimonia del mundo.
—Paciencia, Chokichi-san, paciencia. Ahora debemos esperar —respondió a las dudas del pelirrojo.
Y así, el Uchiha se dispuso a dejar correr el tiempo durante unos minutos, mientras fumaba tranquilas pitadas de su cigarrillo, sin quitar ojo a Chokichi y su cámara.