20/09/2018, 12:38
Mientras daba fin de un bocado a su último trozo de porción y dejaba dos relucientes monedas sobre la barra, a Daruu le invadió una sensación de frío antinatural, una a la que estaba de sobra acostumbrado. Se dio la vuelta, buscándolo: por allí debía estar. Sólo tenía que salir afuera y...
...y creía que le iba a costar más dar con su sensei, pero el normalmente discreto Hielo caminaba entre el gentío como si las calles de Amegakure no Sato fuesen una pasarela de moda. Ante la atónita mirada de los transeúntes, esgrimía con orgullo un paraguas gélido. Por supuesto, Kori no era de ese tipo de personas que se vanaglorian con el estilo, para él, simplemente, lo que estaba haciendo era normal.
Daruu, con una mueca de incredulidad, quedó paralizado en el sitio unos segundos. Después, haciéndose hueco entre la gente, buscó llegar al lado de Kori.
—Esto, eh, perdón, disculpe, ay señora, ¡mire por donde va! ¡Kori-sensei! —llamó—. ¡Kori-sensei! Quiero hablar contigo.
...y creía que le iba a costar más dar con su sensei, pero el normalmente discreto Hielo caminaba entre el gentío como si las calles de Amegakure no Sato fuesen una pasarela de moda. Ante la atónita mirada de los transeúntes, esgrimía con orgullo un paraguas gélido. Por supuesto, Kori no era de ese tipo de personas que se vanaglorian con el estilo, para él, simplemente, lo que estaba haciendo era normal.
Daruu, con una mueca de incredulidad, quedó paralizado en el sitio unos segundos. Después, haciéndose hueco entre la gente, buscó llegar al lado de Kori.
—Esto, eh, perdón, disculpe, ay señora, ¡mire por donde va! ¡Kori-sensei! —llamó—. ¡Kori-sensei! Quiero hablar contigo.