20/09/2018, 13:32
Daruu se abrió paso entre empujones a través de la gente. En su carrera, casi arrolla a una anciana con su gato en brazos, que le dirigió una mirada cargada de irritabilidad al ver peligrar a su pequeño. Pero, sin hacerle mayor caso, el chico pronto llegó hasta Kōri, que se detuvo para volverse hacia él.
—¡Kōri-sensei! Quiero hablar contigo.
—Oh, hola, Daruu-kun —le saludó, con aquella monotonía tan característica suya. Sus ojos de escarcha recorrieron al Chūnin de arriba a abajo, completamente empapado—. Deberías protegerte de la lluvia, el otoño se acerca y no creo que quieras quedarte de brazos cruzados con un resfriado entre pecho y espalda.
—¡Kōri-sensei! Quiero hablar contigo.
—Oh, hola, Daruu-kun —le saludó, con aquella monotonía tan característica suya. Sus ojos de escarcha recorrieron al Chūnin de arriba a abajo, completamente empapado—. Deberías protegerte de la lluvia, el otoño se acerca y no creo que quieras quedarte de brazos cruzados con un resfriado entre pecho y espalda.