20/09/2018, 19:00
«¿Estás enfadado, verdad? Bien, bien. Deja que la ira fluya...»
Akame se mostraba impasible. Era una estatua de acero frente al Hōzuki, una con brazos animados que descargaban brutales puñetazos dialécticos contra aquel muchacho que aparentaba ser inofensivo, sin malicia ninguna. Esa era la ventaja de Chokichi, la que le había valido pasar desapercibido siempre entre el resto de los ninjas y poder llevar a cabo sus actividades con total impunidad. «Pero yo sé, Chokichi-san. Mi Sharingan a visto a través de ti.»
—Que dejes de mentir, coño —exigió el jōnin, y por unos momentos su figura pareció hacerse más grande, más aterradora, como si estuviera a punto de cernirse sobre su presa envuelta en un mar de sombras—. Venga, no te cortes.
Se llevó el cigarrillo a los labios y fumó otra pitada. Mientras el humo salía de sus orificios nasales, Akame esperaba la respuesta del muchacho.
«Hablar con franqueza, hmpf, dudo que tengas esa cualidad.»
Akame se mostraba impasible. Era una estatua de acero frente al Hōzuki, una con brazos animados que descargaban brutales puñetazos dialécticos contra aquel muchacho que aparentaba ser inofensivo, sin malicia ninguna. Esa era la ventaja de Chokichi, la que le había valido pasar desapercibido siempre entre el resto de los ninjas y poder llevar a cabo sus actividades con total impunidad. «Pero yo sé, Chokichi-san. Mi Sharingan a visto a través de ti.»
—Que dejes de mentir, coño —exigió el jōnin, y por unos momentos su figura pareció hacerse más grande, más aterradora, como si estuviera a punto de cernirse sobre su presa envuelta en un mar de sombras—. Venga, no te cortes.
Se llevó el cigarrillo a los labios y fumó otra pitada. Mientras el humo salía de sus orificios nasales, Akame esperaba la respuesta del muchacho.
«Hablar con franqueza, hmpf, dudo que tengas esa cualidad.»