21/09/2018, 13:32
(Última modificación: 21/09/2018, 14:35 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Clonk.
Akame bajó la mirada lentamente, como si no pudiera creer lo que acababa de suceder. La barra de acero que Chokichi acababa de soltar rebotó un par de veces a sus pies antes de reposar finalmente sobre las tablas de madera del embarcadero. El Hōzuki cayó de rodillas, rompiendo a llorar desconsoladamente, se cubrió el rostro con ambas manos.
La mirada insondable del jōnin recorrió la lastimera figura del muchacho como si estuviera buscando algo realmente importante que pudiera hallar en algún pliegue de su ropa, o entre su pelo, o bajo su bandana. Pero no era nada de eso. De repente, el cielo se tiñó de rojo sangre y una luna color carmesí apareció en el firmamento, inusualmente cerca. Si Chokichi alzaba la mirada, podría comprobar que en la superficie del cuerpo celeste se reflejaban los tres tomoe del Sharingan de Akame, como si la Luna se hubiese convertido en un ojo más que le observaba con fijeza.
Presa de la hipnosis, Chokichi rememoraría el recuerdo más feliz que atesorara en su memoria, y evocaría a las personas que lo integraban. Akame no estaba buscando una sesión de masturbación con fotografías tomadas a muchachas que nunca habían dado su permiso para ello, sino algo más profundo. Algo puramente feliz. Lo más feliz que aquel pervertido disfrazado de chuunin pudiera recordar.
Porque estaba a punto de mostrarle a Chokichi lo que significaba vivir en la Frontera de la Pesadilla...
Akame bajó la mirada lentamente, como si no pudiera creer lo que acababa de suceder. La barra de acero que Chokichi acababa de soltar rebotó un par de veces a sus pies antes de reposar finalmente sobre las tablas de madera del embarcadero. El Hōzuki cayó de rodillas, rompiendo a llorar desconsoladamente, se cubrió el rostro con ambas manos.
La mirada insondable del jōnin recorrió la lastimera figura del muchacho como si estuviera buscando algo realmente importante que pudiera hallar en algún pliegue de su ropa, o entre su pelo, o bajo su bandana. Pero no era nada de eso. De repente, el cielo se tiñó de rojo sangre y una luna color carmesí apareció en el firmamento, inusualmente cerca. Si Chokichi alzaba la mirada, podría comprobar que en la superficie del cuerpo celeste se reflejaban los tres tomoe del Sharingan de Akame, como si la Luna se hubiese convertido en un ojo más que le observaba con fijeza.
Presa de la hipnosis, Chokichi rememoraría el recuerdo más feliz que atesorara en su memoria, y evocaría a las personas que lo integraban. Akame no estaba buscando una sesión de masturbación con fotografías tomadas a muchachas que nunca habían dado su permiso para ello, sino algo más profundo. Algo puramente feliz. Lo más feliz que aquel pervertido disfrazado de chuunin pudiera recordar.
Porque estaba a punto de mostrarle a Chokichi lo que significaba vivir en la Frontera de la Pesadilla...