21/09/2018, 18:49
Akame se limitó a suspirar otra vez ante la reacción confusa de Chokichi. Tampoco había esperado otra cosa; al fin y al cabo, requería de una gran habilidad dialéctica convencer a alguien de que querías algo bueno para él después de someterle a una tortura psicológica con ayuda de tu Genjutsu más poderoso. Y sin embargo, ahí estaba, dándole intensas pitadas al cigarrillo que tenía entre los labios mientras trataba de transformar sus ordenados pensamientos en frases coherentes... Y convincentes, a ser posible.
—Quiero entrenarte —replicó, desviando la mirada hacia el mar. Durante unos momentos, se perdió en el hipnótico vaivén de las olas al romper contra el embarcadero—. La Paz de Shiona está rota, ahora cada Villa Oculta debe velar exclusivamente por sus intereses, eso va a cambiar mucho las cosas... Es hora de que todos maduremos, Chokichi-san. No hay más tiempo para niñerías.
El Uchiha desvió la mirada hacia la revista que todavía sujetaba con su mano izquierda. Apretaba tanto la presa sobre la inocente publicación que parecía tratarse del gaznate de su peor enemigo, tanto que los nudillos se le pusieron blancos. Al final, acabó arrojándola al mar con un aspaviento.
—A partir de ahora, o todos luchamos juntos... O moriremos solos —aseguró, voltéandose para volver a clavar su mirada, que había vuelto a aquel tono azabache mate, en el Hōzuki—. Lo entiendes, ¿verdad?
Akame se cruzó de brazos y fumó otra calada, y por primera vez sus ojos no miraron al chuunin que tenía ante él con desprecio, o ira.... Sino con anticipación.
—Es evidente que tienes potencial. Te manejas con el Ninjutsu, eres rápido y sabes usar el puto cerebro —enumeró, y pese a que supuestamente estaba elogiando las virtudes de Chokichi, su tono de voz seguía siendo un tanto serio—. Y lo más importante, sabes dónde y cuándo tienes que estar. Y cómo pasar desapercibido.
Apuró el cigarrillo y lo dejó caer, aplastando la colilla con el tacón de sus botas militares.
—A mí me parece la receta indicada para un ninja experto en espionaje e infiltración... Si eres capaz de dejarte de gilipolleces.
—Quiero entrenarte —replicó, desviando la mirada hacia el mar. Durante unos momentos, se perdió en el hipnótico vaivén de las olas al romper contra el embarcadero—. La Paz de Shiona está rota, ahora cada Villa Oculta debe velar exclusivamente por sus intereses, eso va a cambiar mucho las cosas... Es hora de que todos maduremos, Chokichi-san. No hay más tiempo para niñerías.
El Uchiha desvió la mirada hacia la revista que todavía sujetaba con su mano izquierda. Apretaba tanto la presa sobre la inocente publicación que parecía tratarse del gaznate de su peor enemigo, tanto que los nudillos se le pusieron blancos. Al final, acabó arrojándola al mar con un aspaviento.
—A partir de ahora, o todos luchamos juntos... O moriremos solos —aseguró, voltéandose para volver a clavar su mirada, que había vuelto a aquel tono azabache mate, en el Hōzuki—. Lo entiendes, ¿verdad?
Akame se cruzó de brazos y fumó otra calada, y por primera vez sus ojos no miraron al chuunin que tenía ante él con desprecio, o ira.... Sino con anticipación.
—Es evidente que tienes potencial. Te manejas con el Ninjutsu, eres rápido y sabes usar el puto cerebro —enumeró, y pese a que supuestamente estaba elogiando las virtudes de Chokichi, su tono de voz seguía siendo un tanto serio—. Y lo más importante, sabes dónde y cuándo tienes que estar. Y cómo pasar desapercibido.
Apuró el cigarrillo y lo dejó caer, aplastando la colilla con el tacón de sus botas militares.
—A mí me parece la receta indicada para un ninja experto en espionaje e infiltración... Si eres capaz de dejarte de gilipolleces.