22/09/2018, 02:20
—Joder, que se calle ya.
—Sé más cordial con nuestro invitado —respondió, ignorando la insistencia de Riko—. lleva a Ikari con la curandera.
Pocos metros después, tras atravesar un claro, Riko pudo comprobar como se adentraban en una pequeña parcela cercada con púas de madera bastante rudimentarias. Unas cuatro tiendas rústicas formando un círculo alrededor de una enorme fogata, y alguna que otra prisión arcaica que encerraba a los pocos animales que tenían encinados para comérselos después. Una de ellas estaba, irónicamente, vacía.
Con la llegada de Yaban, un par de críos, tres mujeres más y otro hombre se conglomeraron en las cercanías de las llamas mientras veían con recelo al extranjero.
El patriarca bajó del lomo de su perro, y ayudó a Riko a levantarse. Luego, le señaló su celda.
—Entra.
—Sé más cordial con nuestro invitado —respondió, ignorando la insistencia de Riko—. lleva a Ikari con la curandera.
Pocos metros después, tras atravesar un claro, Riko pudo comprobar como se adentraban en una pequeña parcela cercada con púas de madera bastante rudimentarias. Unas cuatro tiendas rústicas formando un círculo alrededor de una enorme fogata, y alguna que otra prisión arcaica que encerraba a los pocos animales que tenían encinados para comérselos después. Una de ellas estaba, irónicamente, vacía.
Con la llegada de Yaban, un par de críos, tres mujeres más y otro hombre se conglomeraron en las cercanías de las llamas mientras veían con recelo al extranjero.
El patriarca bajó del lomo de su perro, y ayudó a Riko a levantarse. Luego, le señaló su celda.
—Entra.