22/09/2018, 11:18
Chokichi contempló la mano de Akame con recelo. Era difícil, muy difícil, aceptar la ayuda de aquel al que habías considerado un enemigo. De aquel que, hacía tan solo unos momentos, te había torturado. Roto el corazón.
Extendió la mano y se dejó aupar. «Pues no era tan difícil», se dio cuenta, ya en pie. En realidad, había sido extrañamente sencillo.
Oyó sus palabras con atención. Hablaba de algo más grande que ellos dos. Hablaba de una Villa entera. De un país. De los tiempos difíciles a los que se enfrentarían y la necesidad de estar juntos. Todos juntos.
Sí, tenía razón…
—Tienes razón, Akame-dono…
Sí, vaya que si la tenía. Y supo que tenía que aceptar su propuesta, con una claridad abrumadora. Porque su momento había llegado. Ese que tanto había estado esperando. Ese por el que tanto se había roto la cabeza. Una oportunidad, única en la vida, de…
… de descubrir quién era Akame realmente. Y de hundirle, de una vez por todas, junto a Datsue. Pero tenía que jugar sus cartas con extrema cautela. Uchiha Datsue tenía más labia, más desparpajo y mayor convicción que él. Y, aún así, ya casi no había ni una sola persona en Oonindo que le creyese ni una sola palabra. Porque se había venido demasiado arriba. Porque se había creído más listo que nadie. Porque había abusado de su don. Y, eso, había sido su perdición.
Él no sería así. Jugaría su papel de chico débil deseoso de una nueva oportunidad. De la oportunidad que Uchiha Akame le brindaba de ser alguien importante. Sería sumiso, diligente. Aprovecharía sus lecciones y trataría de aprender. Pero, en el fondo, en el poso de su alma, una semilla. Tan pequeña e invisible como una mota de polvo. No haría preguntas extrañas. No investigaría el pasado de Akame. Ni le vigilaría para sacar fotos comprometedoras.
No, simplemente esperaría, como un pez raya bajo la arena. Esperando...
Esperando...
—¿C-cuándo empezamos?
Esperando.
Extendió la mano y se dejó aupar. «Pues no era tan difícil», se dio cuenta, ya en pie. En realidad, había sido extrañamente sencillo.
Oyó sus palabras con atención. Hablaba de algo más grande que ellos dos. Hablaba de una Villa entera. De un país. De los tiempos difíciles a los que se enfrentarían y la necesidad de estar juntos. Todos juntos.
Sí, tenía razón…
—Tienes razón, Akame-dono…
Sí, vaya que si la tenía. Y supo que tenía que aceptar su propuesta, con una claridad abrumadora. Porque su momento había llegado. Ese que tanto había estado esperando. Ese por el que tanto se había roto la cabeza. Una oportunidad, única en la vida, de…
… de descubrir quién era Akame realmente. Y de hundirle, de una vez por todas, junto a Datsue. Pero tenía que jugar sus cartas con extrema cautela. Uchiha Datsue tenía más labia, más desparpajo y mayor convicción que él. Y, aún así, ya casi no había ni una sola persona en Oonindo que le creyese ni una sola palabra. Porque se había venido demasiado arriba. Porque se había creído más listo que nadie. Porque había abusado de su don. Y, eso, había sido su perdición.
Él no sería así. Jugaría su papel de chico débil deseoso de una nueva oportunidad. De la oportunidad que Uchiha Akame le brindaba de ser alguien importante. Sería sumiso, diligente. Aprovecharía sus lecciones y trataría de aprender. Pero, en el fondo, en el poso de su alma, una semilla. Tan pequeña e invisible como una mota de polvo. No haría preguntas extrañas. No investigaría el pasado de Akame. Ni le vigilaría para sacar fotos comprometedoras.
No, simplemente esperaría, como un pez raya bajo la arena. Esperando...
Esperando...
—¿C-cuándo empezamos?
Esperando.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado