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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#34
Antes dije que deberías pasar más tiempo con Kaido... pero quizás también debas pasar menos tiempo con Amedama.

»Esas palabras son suyas, como suyo fue el error. Ya lo comprobó cuando le estuve entrenando.

»Ahora lo comprobarás tú.

Y luego, el silencio. Un silencio ensordecedor, un silencio falso y antinatural. Un silencio que no era la ausencia del habitual paraje sonoro de Amegakure, sino negativo, gutural, hambriento. Devoró el sonido de la lluvia, y cuando la lluvia dejó de sonar, también dejó de caer. Devoró el sonido del oleaje del lago, y las aguas quedaron en calma. Devoró el viento, y éste dejó de soplar. De existir.

Ayame se ahogaba. No había aire que respirar. Las nubes se apartaron del cielo, y el Sol brilló con fuerza. El calor empezó a quemarle la piel. La luz era insoportable.

Más luz, menos aire, más calor. Más luz, menos aire, más calor. Más luz, menos aire, más calor.

Como si hubiera estado buceando, Ayame dio una bocanada de aire y abrió los ojos. Se encontraba en otro lugar. Era una llanura, una planicie. La Planicie del Silencio. Aquél silencio también era falso: lo sabía. Estaba dentro de un Genjutsu al fin y al cabo, pero al menos tenía menos hambre y el viento soplaba con normalidad. En otras circunstancias, habría sido tranquilizador. Pero se encontraba en el País del Remolino, con la silueta inconfundible de Uzushiogakure dibujándose perfilada contra la luz de un funesto atardecer.

¿Ayame-san? —Una voz conocida la alertó a las espaldas—. ¿Qué... haces aquí?

Era la voz de Uzumaki Eri. Al parecer, a Aotsuki Zetsuo se le había permitido conocer ciertos detalles de la vida de su hija. ¿O es que esa eri era... la auténtica?
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
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Mensajes en este tema
La fortaleza de Amegakure - por Aotsuki Ayame - 16/09/2018, 22:49
RE: La fortaleza de Amegakure - por Amedama Daruu - 22/09/2018, 17:26


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