22/09/2018, 20:15
La Arashikage desvió la mirada hacia Hageshi.
—Podría ser —reconoció, pese a parecer del todo menos preocupada—. Pero te dije hace tiempo que los ninjas no imaginamos, Kaido, sino que constatamos —le recriminó—. Katame creyó que ese era el barco que mejor le servía, como podía haber creído que era cualquier otro. Él murió, así como sus compinches. Por tanto, Dragón Rojo no tiene forma de averiguar en qué embarcación se encontraba cuando le ejecutaste, a no ser que Shenfu Kano sea tan tonto como para gritarlo a los cuatro vientos. Eso, o que la chica que dejaste marchar, Kila, de alguna manera se lo haya hecho saber. —Era demasiado rebuscado como para que Hageshi pensase que merecía la pena gastar neuronas en ello.
Yui suspiró, cruzando las manos bajo la barbilla.
—Lo mejor será que informes a Kaido de todo cuanto sabemos de Dragón Rojo, Hageshi. —La jounin asintió—. Ponte al día con ella, Kaido, y afila ese subterfugio. Entonces hablaremos de la mejor manera de infiltrarte.
Tras un asentimiento de cabeza, Hageshi fue la primera en salir. Esperó a Kaido tras la puerta, y, cuando éste le siguiese, caminaría con su característica gracia felina hasta el ascensor. Pulsó el botón y esperó.
—Podría ser —reconoció, pese a parecer del todo menos preocupada—. Pero te dije hace tiempo que los ninjas no imaginamos, Kaido, sino que constatamos —le recriminó—. Katame creyó que ese era el barco que mejor le servía, como podía haber creído que era cualquier otro. Él murió, así como sus compinches. Por tanto, Dragón Rojo no tiene forma de averiguar en qué embarcación se encontraba cuando le ejecutaste, a no ser que Shenfu Kano sea tan tonto como para gritarlo a los cuatro vientos. Eso, o que la chica que dejaste marchar, Kila, de alguna manera se lo haya hecho saber. —Era demasiado rebuscado como para que Hageshi pensase que merecía la pena gastar neuronas en ello.
Yui suspiró, cruzando las manos bajo la barbilla.
—Lo mejor será que informes a Kaido de todo cuanto sabemos de Dragón Rojo, Hageshi. —La jounin asintió—. Ponte al día con ella, Kaido, y afila ese subterfugio. Entonces hablaremos de la mejor manera de infiltrarte.
Tras un asentimiento de cabeza, Hageshi fue la primera en salir. Esperó a Kaido tras la puerta, y, cuando éste le siguiese, caminaría con su característica gracia felina hasta el ascensor. Pulsó el botón y esperó.