22/09/2018, 21:00
De detrás de Eri surgió otra figura. Un muchacho de pelo tizón, con la nariz torcida; los ojos encendidos con el fuego carmesí de los Uchiha.
—Eri. ¿Con quién hablas? Tenemos trabajo.
La muchacha buscó de nuevo con la mirada a Ayame, pero pareció no verla. Extrañada, se dio la vuelta.
—Eh... nada. ¡Nada, Akame-san!
Fue entonces cuando Ayame se percató de un tercero. Más allá de los dos uzujin había un muchacjo tumbado en el suelo de cualquier manera, dolorido. Por la antinatural posición del brazo, lo tenía roto. La nariz sangraba.
—Espósalo.
Uzumaki Eri observó a Akame durante unos segundos. Luego, le quitó las esposas de su portaobjetos y se acercó a Daruu.
—Eri. ¿Con quién hablas? Tenemos trabajo.
La muchacha buscó de nuevo con la mirada a Ayame, pero pareció no verla. Extrañada, se dio la vuelta.
—Eh... nada. ¡Nada, Akame-san!
Fue entonces cuando Ayame se percató de un tercero. Más allá de los dos uzujin había un muchacjo tumbado en el suelo de cualquier manera, dolorido. Por la antinatural posición del brazo, lo tenía roto. La nariz sangraba.
—Espósalo.
Uzumaki Eri observó a Akame durante unos segundos. Luego, le quitó las esposas de su portaobjetos y se acercó a Daruu.