22/09/2018, 21:19
(Última modificación: 22/09/2018, 21:19 por Inuzuka Etsu.)
Etsu explicó a su manera el cómo era Kusaakure levemente, mas que nada un poco de arquitectura. Para cuando éste lo mencionó, Ayame asintió —como si bien lo conociese— y terminó suspirando. Era un tanto raro, pues una kunoichi de Amegakure raramente habría podido visitar Kusagakure. Al menos eso pensaba, pero... en realidad, ahora mismo él estaba en Uzu.
«¿Será posible...?»
Pero bueno, no era algo que pudiese parecer del todo peligroso, no al menos por el momento. Las relaciones entre villas parecía estar progresando en un camino directo hacia la total confianza. No había modo de que ese pequeño detalle fuese nefasto.
Fue entonces que la chica argumentó que siendo verano, no habían podido ver los cerezos florecer. No estaban en época, y por ello quedaban los árboles puramente verdes. No podía quejarse el Kusajin de ausencia de su color predilecto. Al menos así lo veía la chica. Etsu no pudo evitar llevarse a la nuca ambos brazos, algo avergonzado... —bueno, sí... por falta de verde no me puedo quejar del todo... jajajaja.
Tras la breve explicación de Etsu sobre cómo eran las casas y calles de Kusa, llegó el turno de Ayame. No es que Etsu lo hubiese inquirido, pero ella lo hizo de buena gana. Según sus palabras, las casas allí eran de metal. METAL. Etsu quedó impactado, pero no tanto como cuando dijo que las casas eran tan altas como montañas. Casas tan grandes como montañas... esa villa había de ser entonces la mas grande del mundo. ¿Cómo era posible que se tratase de una villa oculta con ese tamaño? Pero eso no era todo, al parecer no había vegetación alguna, y todo estaba decorado con luces. Era obvio que el agua era gran parte de la villa, pero... ¿cómo disimular todo lo otro?
La cara de Etsu era un poema, no sabía ni por dónde empezar...
—P-pero... ¿cómo? —preguntó sin preguntar nada en realidad, alzó los hombros e impuso una mueca de incomprensión —¿cómo es posible eso? ¿casas gigantes iluminadas mas grandes que las montañas? es... es... —chasqueó la lengua, sin saber muy bien cómo preguntarlo —se supone que es una villa oculta... ¿no? ¿de verdad pueden esconder algo así...?
Si, si había algo característico en él, era su curiosidad. No pudo aguantar el preguntar por ello, pues si se quedaba con la duda, explotaría.
«¿Será posible...?»
Pero bueno, no era algo que pudiese parecer del todo peligroso, no al menos por el momento. Las relaciones entre villas parecía estar progresando en un camino directo hacia la total confianza. No había modo de que ese pequeño detalle fuese nefasto.
Fue entonces que la chica argumentó que siendo verano, no habían podido ver los cerezos florecer. No estaban en época, y por ello quedaban los árboles puramente verdes. No podía quejarse el Kusajin de ausencia de su color predilecto. Al menos así lo veía la chica. Etsu no pudo evitar llevarse a la nuca ambos brazos, algo avergonzado... —bueno, sí... por falta de verde no me puedo quejar del todo... jajajaja.
Tras la breve explicación de Etsu sobre cómo eran las casas y calles de Kusa, llegó el turno de Ayame. No es que Etsu lo hubiese inquirido, pero ella lo hizo de buena gana. Según sus palabras, las casas allí eran de metal. METAL. Etsu quedó impactado, pero no tanto como cuando dijo que las casas eran tan altas como montañas. Casas tan grandes como montañas... esa villa había de ser entonces la mas grande del mundo. ¿Cómo era posible que se tratase de una villa oculta con ese tamaño? Pero eso no era todo, al parecer no había vegetación alguna, y todo estaba decorado con luces. Era obvio que el agua era gran parte de la villa, pero... ¿cómo disimular todo lo otro?
La cara de Etsu era un poema, no sabía ni por dónde empezar...
—P-pero... ¿cómo? —preguntó sin preguntar nada en realidad, alzó los hombros e impuso una mueca de incomprensión —¿cómo es posible eso? ¿casas gigantes iluminadas mas grandes que las montañas? es... es... —chasqueó la lengua, sin saber muy bien cómo preguntarlo —se supone que es una villa oculta... ¿no? ¿de verdad pueden esconder algo así...?
Si, si había algo característico en él, era su curiosidad. No pudo aguantar el preguntar por ello, pues si se quedaba con la duda, explotaría.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~