22/09/2018, 22:33
Cuando quieres a alguien con todo tu corazón, eres capaz de realizar las mejores hazañas o de cometer las peores locuras por esa o por esas personas. En mi caso, yo quería demasiado a mis padres, y por eso me sucedían las cosas que me sucedían. Básicamente, no podía negarme a ayudar a las personas que habían trabajado para que yo tuviera una vida decente y cómoda. Y por eso, estaba allí, en un puto paramo helado. ¿Pero a quien narices se le ocurría vivir en un lugar como aquel?
Mejor empiezo desde el principio. Unos cuantos días atrás en el tiempo estaba entrenando en el dojo de casa cuando entró mi madre a buscarme para decirme que cuando terminara mi entrenamiento fuese a ver a mi padre, que tenia una tarea para mí. Así que eso hice, terminé el entrenamiento, y tras asearme, fuí a ver mi padre.
—Buenos días padre, mama me ha dicho que tenias una tarea para mí
Mi padre, que estaba atareando llenando un saco, que yo supuse que seria parte de mi tarea, se giró al escucharme y me miró mientras sujetaba en su mano ¿una bota con una cuchilla en la planta…?
—Tienes que llevar estos al país del hierro
—¿Qué es eso?
¿Y por que narices tenia una cuchilla en la suela de la bota? ¿Qué clase de locura se le había ocurrido a mi padre? O… ¿Qué clase de locura se les había ocurrido a la gente del país del Hierro? Acaso… ¿acaso los samuráis andaban sobre filos? No, eso no tenia sentido, los samuráis jamás comprarían una espada a un herrero de una villa shinobi, por muy bueno que fuera… Hasta ese punto llegaba su odio.
—Patines, son para patinar sobre el hielo, tienes que llevarlos a un pueblecito que hay en el bosque
—Claro, sin problema, haré como dices.
Y así fue como se inició mi extraña aventura en el país nevado del hierro. ¿Por qué no lo llamaban país del invierno eterno? Quedaba más épico, pero sobre todo, quedaba más realista. O mejor, País del maldito frió. De cualquier forma, aquellos "patines" seguían pareciéndome de las cosas mas absurdas que había visto nunca.
Mejor empiezo desde el principio. Unos cuantos días atrás en el tiempo estaba entrenando en el dojo de casa cuando entró mi madre a buscarme para decirme que cuando terminara mi entrenamiento fuese a ver a mi padre, que tenia una tarea para mí. Así que eso hice, terminé el entrenamiento, y tras asearme, fuí a ver mi padre.
—Buenos días padre, mama me ha dicho que tenias una tarea para mí
Mi padre, que estaba atareando llenando un saco, que yo supuse que seria parte de mi tarea, se giró al escucharme y me miró mientras sujetaba en su mano ¿una bota con una cuchilla en la planta…?
—Tienes que llevar estos al país del hierro
—¿Qué es eso?
¿Y por que narices tenia una cuchilla en la suela de la bota? ¿Qué clase de locura se le había ocurrido a mi padre? O… ¿Qué clase de locura se les había ocurrido a la gente del país del Hierro? Acaso… ¿acaso los samuráis andaban sobre filos? No, eso no tenia sentido, los samuráis jamás comprarían una espada a un herrero de una villa shinobi, por muy bueno que fuera… Hasta ese punto llegaba su odio.
—Patines, son para patinar sobre el hielo, tienes que llevarlos a un pueblecito que hay en el bosque
—Claro, sin problema, haré como dices.
Y así fue como se inició mi extraña aventura en el país nevado del hierro. ¿Por qué no lo llamaban país del invierno eterno? Quedaba más épico, pero sobre todo, quedaba más realista. O mejor, País del maldito frió. De cualquier forma, aquellos "patines" seguían pareciéndome de las cosas mas absurdas que había visto nunca.