25/09/2018, 00:25
Poco después, el ascensor se detuvo en uno de los tantos pisos —para ese entonces, ya no podía discernir en cuál—. que daba acceso a un pasillo, que acabó finalmente en un salón espacioso, aunque condenadamente vacío y privado. De paredes azules, amplios ventanales y un par de cojines de cuero predispuestos a lo largo de una mesa central.
Él cerró la puerta tras suyo, a su vez de que lidiaba con aquella curiosa mezcla de olores que percibía de la Jounin y, una vez ésta tomó asiento, así también lo hizo él.
Kaido miró incrédulo a su alrededor, y finalmente a Hageshi, que preparaba un pitillo con la destreza que sólo podía tener un ávido fumador. Después de encenderlo, introdujo el quid de aquella reunión, en donde iba a revelar información vital para la misión que ahora tenía por delante. Dos Cabeza de dragón, en particular estaban marcados. Conocían de sus localizaciones más o menos aproximadas.
El escualo no podía coincidir mejor en eso de que ambos eran su mejor baza para, curiosamente, dejarse atrapar.
—Soy todo oídos, Hageshi-san.
¿De quién estaría hablando? ¿De muñeca? ¿Hayai? ... no, ese estaba muerto, aparentemente. Otohime, probablemente.
Aunque si de algo estaba seguro es que Ryū no iba a ser uno de ellos. Miró expectante a su superior, a la espera de que destapara el verdadero meollo de asunto.
Él cerró la puerta tras suyo, a su vez de que lidiaba con aquella curiosa mezcla de olores que percibía de la Jounin y, una vez ésta tomó asiento, así también lo hizo él.
Kaido miró incrédulo a su alrededor, y finalmente a Hageshi, que preparaba un pitillo con la destreza que sólo podía tener un ávido fumador. Después de encenderlo, introdujo el quid de aquella reunión, en donde iba a revelar información vital para la misión que ahora tenía por delante. Dos Cabeza de dragón, en particular estaban marcados. Conocían de sus localizaciones más o menos aproximadas.
El escualo no podía coincidir mejor en eso de que ambos eran su mejor baza para, curiosamente, dejarse atrapar.
—Soy todo oídos, Hageshi-san.
¿De quién estaría hablando? ¿De muñeca? ¿Hayai? ... no, ese estaba muerto, aparentemente. Otohime, probablemente.
Aunque si de algo estaba seguro es que Ryū no iba a ser uno de ellos. Miró expectante a su superior, a la espera de que destapara el verdadero meollo de asunto.