25/09/2018, 00:57
Hageshi tiró de un cajón que había bajo la mesa y extrajo varios pergaminos que colocó frente a Kaido, cada uno con un nombre: Ryū, Muñeca, Otohime, Kyūtsuki y Shaneji. Cinco cabezas, dos restantes. La octava, si tenía éxito en su empresa, sería suya de manera temporal. Lo justo y necesario en el que tardasen en cortar las restantes.
—Llévatelas a casa y estúdiatelas con calma —le dijo, para luego llevarse a los labios el pitillo y dar una breve calada—. Pero antes de eso, aclararemos alguna cosa —echó el humo por la nariz y le miro fijamente a los ojos—. Yui tenía mucha razón cuando decía que estos meses de margen son una lanza a tu favor. No obstante, a día de hoy deben saber que hay alguien echándoles el cerco. O al menos lo sospechan. Tras una investigación tan larga, siempre surge algún imprevisto. Algún despiste o error, que les den pistas de ello.
»Sabes a quién conducen esas pistas, ¿verdad?
—Llévatelas a casa y estúdiatelas con calma —le dijo, para luego llevarse a los labios el pitillo y dar una breve calada—. Pero antes de eso, aclararemos alguna cosa —echó el humo por la nariz y le miro fijamente a los ojos—. Yui tenía mucha razón cuando decía que estos meses de margen son una lanza a tu favor. No obstante, a día de hoy deben saber que hay alguien echándoles el cerco. O al menos lo sospechan. Tras una investigación tan larga, siempre surge algún imprevisto. Algún despiste o error, que les den pistas de ello.
»Sabes a quién conducen esas pistas, ¿verdad?