26/09/2018, 03:54
Kaido asintió. Primero, porque le había quedado clarísimo que Hageshi —y por tanto, Yui—. estaban hartas de perseguir la cola de esos cabrones. Ésta era la oportunidad perfecta para eliminarlos a todos y cada uno de ellos, al mismo tiempo. ¿El cómo? pues eso dependía total y estrictamente de Kaido, de su inmersión en el corazón de la organización y del cómo fuera a manejar él la puesta de la inteligencia que fuera recogiendo en su turbulento trayecto de exiliado.
No iba a ser sencillo, de todos modos. No sólo por el contexto de la misión —mantener un subterfugio era una tarea para aquellos que se saben inquebrantables ante las mayores adversidades—. sino también por la dificultad de un movimiento conjunto como el que quería hacer Hageshi.
Los dragones, bestias míticas y extintas; no actuaban como enjambre. Estas cabezas estaban esparcidas por Oonindo, actuando según sus propios intereses y con esfuerzos individuales. Establecer un patrón en el que todos y cada uno de ellos tuviera una locación exacta a la que poder atacar al unísono, era desde luego una tarea titánica.
Pero él estaba convencido. Lo iba a conseguir.
—Lo conozco, eso soluciona el tema del contacto. Ahora, la parte difícil está en reunir esa cantidad de inteligencia sin que algún reporte previo se pueda comprometer mientras reúno los esfuerzos por desvelar la locación de algún otro miembro. Tenemos que tener un tiempo estimado de acción. Son siete jodidas cabezas...
Su vista volvió a los pergaminos, una vez más.
—¿Cuál de estos es el más accesible, a priori? —indagó.
No iba a ser sencillo, de todos modos. No sólo por el contexto de la misión —mantener un subterfugio era una tarea para aquellos que se saben inquebrantables ante las mayores adversidades—. sino también por la dificultad de un movimiento conjunto como el que quería hacer Hageshi.
Los dragones, bestias míticas y extintas; no actuaban como enjambre. Estas cabezas estaban esparcidas por Oonindo, actuando según sus propios intereses y con esfuerzos individuales. Establecer un patrón en el que todos y cada uno de ellos tuviera una locación exacta a la que poder atacar al unísono, era desde luego una tarea titánica.
Pero él estaba convencido. Lo iba a conseguir.
—Lo conozco, eso soluciona el tema del contacto. Ahora, la parte difícil está en reunir esa cantidad de inteligencia sin que algún reporte previo se pueda comprometer mientras reúno los esfuerzos por desvelar la locación de algún otro miembro. Tenemos que tener un tiempo estimado de acción. Son siete jodidas cabezas...
Su vista volvió a los pergaminos, una vez más.
—¿Cuál de estos es el más accesible, a priori? —indagó.