26/09/2018, 23:36
El mordisco no fue suficiente para salir por su propia cuenta de aquella terrible realidad, y es que Ayame, con el estrés de la situación, había olvidado una lección muy importante sobre las ilusiones: no servía de nada infligirse dolor dentro de una ilusión; debía hacerse desde el exterior.
Y así, el mundo a su alrededor volvió a cobrar vida.
—No, por favor, no...
Daruu chilló cuando Eri clavó el kunai en el párpado inferior, y Ayame chilló con él. Quiso aplastar las manos contra los párpados para tratar de apagar esas imágenes, pero seguía paralizada y por mucho que los cerrara todo era inútil. Se vio forzada a ver cómo Eri le sacaba el ojo a su pareja con un movimiento de palanca y como todo se llenaba de sangre. Se vio forzada a ver el ojo vacío de Daruu y una parte de su cerebro le dijo que aquella escena debía de ser terriblemente familiar a cuando Naia le había quitado el Byakugan. Y cuando creía que todo debía haber terminado, la realidad le devolvió el revés. Akame pasó junto a ella, y el corazón se le congeló en el pecho cuando se agachó junto a Daruu.
—Para... por favor... —sollozó Ayame.
—Cautericemos la herida. Si se desangra, dejará de sernos útil. —Los dedos del Uchiha se prendieron en fuego, y a Ayame le recorrió un terrible escalofrío desde la punta de los pies hasta la cabeza.
—¡No, no, no!
Todo inútil. La escena siguió su curso. Akame introdujo sus dedos candentes en la cuenca vacía de Daruu y este volvió a chillar. Y el fétido olor a carne humana quemada inundó la nariz de Ayame.
—¡¡¡PARAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!
Aulló Ayame, a coro con Daruu.
Pero no paró. Akame le sacó el otro ojo con sus propios dedos. Y Ayame volvió a chillar como si se lo estuviesen haciendo a ella. Más sangre. Más gritos. Más sollozos. Más ruegos...
Y entonces sintió la lluvia abrazándola.
El genjutsu había terminado. Daruu, Akame y Eri desaparecieron, la llanura desapareció. Ayame volvió a Amegakure. Liberada de sus ataduras, Ayame se tambaleó y cayó al suelo boca abajo como un títere al que hubiesen cortado las cuerdas. Sollozaba a lágrima viva, como una niña aterrorizada del monstruo debajo de su cama. Resollaba y sudaba como si hubiera estado corriendo varias vueltas alrededor de la villa. Y, sobre todo, tenía que contener aquellas arcadas que la invitaban a vomitar todo lo que había comido durante toda la semana.
—Muy bien. Hemos terminado. —Oyó la voz de Zetsuo delante de ella, y entonces sintió la ira invadiéndola. Si no fuera por aquel sentimiento de que la plataforma se movía por debajo de su cuerpo se habría abalanzado sobre él con los puños por delante—. Me aseguraré de informar a Yui de tus progresos. Tal vez sea capaz de removerte el castigo. Te dejaré sola para que asimiles tu... vuelta a la realidad. No tienes buena cara. Nadie la tendría. Te espero en casa. Hoy saldremos a cenar fuera.
—N... No me... dejes sola... —suplicó con esfuerzo, tragándose sus náuseas en el proceso. Pero Zetsuo no la escuchaba y ya se alejaba, caminando tranquilamente sobre las aguas del lago. Ni siquiera podía alegrarse ante la posibilidad de que le levantaran al fin el castigo—. Maldito...
Apretó los puños, arañando la superficie de la plataforma en el proceso. ¿Cómo que habían terminado? ¿De qué demonios había servido aquello? ¡¿De qué iba todo aquel martirio?! ¡¡¿¿La torturaba de aquella manera y después la dejaba abandonada sin ningún tipo de explicación??!! ¡¡¡¿¿¿De verdad esperaba que pudiera cenar algo aquella noche???!!! Con un chillido de angustia, Ayame se agarró la raíz del pelo y después bajó las manos hasta aplastarse los párpados con ellas.
¿Cómo iba a quitarse aquellas imágenes de la cabeza...?
Y así, el mundo a su alrededor volvió a cobrar vida.
—No, por favor, no...
Daruu chilló cuando Eri clavó el kunai en el párpado inferior, y Ayame chilló con él. Quiso aplastar las manos contra los párpados para tratar de apagar esas imágenes, pero seguía paralizada y por mucho que los cerrara todo era inútil. Se vio forzada a ver cómo Eri le sacaba el ojo a su pareja con un movimiento de palanca y como todo se llenaba de sangre. Se vio forzada a ver el ojo vacío de Daruu y una parte de su cerebro le dijo que aquella escena debía de ser terriblemente familiar a cuando Naia le había quitado el Byakugan. Y cuando creía que todo debía haber terminado, la realidad le devolvió el revés. Akame pasó junto a ella, y el corazón se le congeló en el pecho cuando se agachó junto a Daruu.
—Para... por favor... —sollozó Ayame.
—Cautericemos la herida. Si se desangra, dejará de sernos útil. —Los dedos del Uchiha se prendieron en fuego, y a Ayame le recorrió un terrible escalofrío desde la punta de los pies hasta la cabeza.
—¡No, no, no!
Todo inútil. La escena siguió su curso. Akame introdujo sus dedos candentes en la cuenca vacía de Daruu y este volvió a chillar. Y el fétido olor a carne humana quemada inundó la nariz de Ayame.
—¡¡¡PARAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!
Aulló Ayame, a coro con Daruu.
Pero no paró. Akame le sacó el otro ojo con sus propios dedos. Y Ayame volvió a chillar como si se lo estuviesen haciendo a ella. Más sangre. Más gritos. Más sollozos. Más ruegos...
Y entonces sintió la lluvia abrazándola.
El genjutsu había terminado. Daruu, Akame y Eri desaparecieron, la llanura desapareció. Ayame volvió a Amegakure. Liberada de sus ataduras, Ayame se tambaleó y cayó al suelo boca abajo como un títere al que hubiesen cortado las cuerdas. Sollozaba a lágrima viva, como una niña aterrorizada del monstruo debajo de su cama. Resollaba y sudaba como si hubiera estado corriendo varias vueltas alrededor de la villa. Y, sobre todo, tenía que contener aquellas arcadas que la invitaban a vomitar todo lo que había comido durante toda la semana.
—Muy bien. Hemos terminado. —Oyó la voz de Zetsuo delante de ella, y entonces sintió la ira invadiéndola. Si no fuera por aquel sentimiento de que la plataforma se movía por debajo de su cuerpo se habría abalanzado sobre él con los puños por delante—. Me aseguraré de informar a Yui de tus progresos. Tal vez sea capaz de removerte el castigo. Te dejaré sola para que asimiles tu... vuelta a la realidad. No tienes buena cara. Nadie la tendría. Te espero en casa. Hoy saldremos a cenar fuera.
—N... No me... dejes sola... —suplicó con esfuerzo, tragándose sus náuseas en el proceso. Pero Zetsuo no la escuchaba y ya se alejaba, caminando tranquilamente sobre las aguas del lago. Ni siquiera podía alegrarse ante la posibilidad de que le levantaran al fin el castigo—. Maldito...
Apretó los puños, arañando la superficie de la plataforma en el proceso. ¿Cómo que habían terminado? ¿De qué demonios había servido aquello? ¡¿De qué iba todo aquel martirio?! ¡¡¿¿La torturaba de aquella manera y después la dejaba abandonada sin ningún tipo de explicación??!! ¡¡¡¿¿¿De verdad esperaba que pudiera cenar algo aquella noche???!!! Con un chillido de angustia, Ayame se agarró la raíz del pelo y después bajó las manos hasta aplastarse los párpados con ellas.
¿Cómo iba a quitarse aquellas imágenes de la cabeza...?