28/09/2018, 00:01
(Última modificación: 28/09/2018, 00:01 por Amedama Daruu.)
La sonrisa de Daruu se curvó por completo, dibujando un sentimiento de profunda satisfacción.
—Bien hecho, hija.
De nuevo, Ayame perdió la capacidad de respirar. El aire de su alrededor se volvió denso como la espesa miel de abeja, y la realidad comenzó a resquebrajarse, hecha una vidriera de los múltiples tonos de azul, gris y púrpura de Amegakure, y de los naranjas, rosados y rojizos de aquel atardecer. Las piezas giraban a su alrededor, y alrededor del falso Daruu como si les envolviese un huracán. Poco a poco, sólo quedó la oscuridad y ellos. Y pronto, la propia imagen de su pareja se fue haciendo añicos como lo había hecho el entorno. Ayame, en una oscuridad en la que su cuerpo, iluminado por completo de forma irreal, no podía mover los brazos ni las piernas. En el horizonte, vislumbró una luz. Una luz que se hizo más grande, y más grande, hasta envolverlo todo, hasta envolverla a ella, hasta devorarla...
Volvió a respirar. La lluvia le envolvía. Las olas en el lago subían al hormigón, llegaban a sus tobillos y los lamían con delicadeza. Volvía a estar en la plataforma del lago, con su padre delante, todavía con las palmas de las manos unidas. Tenía los ojos cerrados, fruto de la concentración que logró semejante Genjutsu. Un Genjutsu que fingió acabar y que continuó sin que Ayame lo advirtiese. La obra de Aotsuki Zetsuo, quien ahora abría los ojos y la observaba con aquella sonrisa de satisfacción con la que se había despedido el falso Daruu.
—Nadie habría podido hacerle algo así a su propia hija sin dejar a lado los sentimientos. Los sentimientos nos hacen débiles. Por eso, debemos aprender a suprimirlos cuando es necesario, apagar la luz para que no se aprovechen de ellos. Esa era la lección. —Zetsuo suspiró y se llevó una mano a la frente—. La aprendisteis ambos. Hace tiempo. No obstante os empeñáis en no estar de acuerdo con mis palabras exactas, porque vuestras mentes son tan simples que no son capaces de entender una puta metáfora, coño. Es un resumen simple de una idea compleja. ¡Bah! Sois de lo que no hay.
»Supongo que ahora estarás enfadada conmigo. Y eso significaría que no sabes ver más allá. Si no hubiera hecho esto, no habría podido comprobar hasta dónde llegaba tu determinación.
»Por mi parte, estás preparada para volver a salir de la aldea. Pero Arashikage-sama tendrá que decidir.
Se dio la vuelta y dio un largo, largo y sostenido suspiro. Había sido una mañana muy larga.
—Bien hecho, hija.
De nuevo, Ayame perdió la capacidad de respirar. El aire de su alrededor se volvió denso como la espesa miel de abeja, y la realidad comenzó a resquebrajarse, hecha una vidriera de los múltiples tonos de azul, gris y púrpura de Amegakure, y de los naranjas, rosados y rojizos de aquel atardecer. Las piezas giraban a su alrededor, y alrededor del falso Daruu como si les envolviese un huracán. Poco a poco, sólo quedó la oscuridad y ellos. Y pronto, la propia imagen de su pareja se fue haciendo añicos como lo había hecho el entorno. Ayame, en una oscuridad en la que su cuerpo, iluminado por completo de forma irreal, no podía mover los brazos ni las piernas. En el horizonte, vislumbró una luz. Una luz que se hizo más grande, y más grande, hasta envolverlo todo, hasta envolverla a ella, hasta devorarla...
Volvió a respirar. La lluvia le envolvía. Las olas en el lago subían al hormigón, llegaban a sus tobillos y los lamían con delicadeza. Volvía a estar en la plataforma del lago, con su padre delante, todavía con las palmas de las manos unidas. Tenía los ojos cerrados, fruto de la concentración que logró semejante Genjutsu. Un Genjutsu que fingió acabar y que continuó sin que Ayame lo advirtiese. La obra de Aotsuki Zetsuo, quien ahora abría los ojos y la observaba con aquella sonrisa de satisfacción con la que se había despedido el falso Daruu.
—Nadie habría podido hacerle algo así a su propia hija sin dejar a lado los sentimientos. Los sentimientos nos hacen débiles. Por eso, debemos aprender a suprimirlos cuando es necesario, apagar la luz para que no se aprovechen de ellos. Esa era la lección. —Zetsuo suspiró y se llevó una mano a la frente—. La aprendisteis ambos. Hace tiempo. No obstante os empeñáis en no estar de acuerdo con mis palabras exactas, porque vuestras mentes son tan simples que no son capaces de entender una puta metáfora, coño. Es un resumen simple de una idea compleja. ¡Bah! Sois de lo que no hay.
»Supongo que ahora estarás enfadada conmigo. Y eso significaría que no sabes ver más allá. Si no hubiera hecho esto, no habría podido comprobar hasta dónde llegaba tu determinación.
»Por mi parte, estás preparada para volver a salir de la aldea. Pero Arashikage-sama tendrá que decidir.
Se dio la vuelta y dio un largo, largo y sostenido suspiro. Había sido una mañana muy larga.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)