28/09/2018, 16:53
Daruu volvió a dudar. Intercambiaba la mirada entre las esposas y la anciana en un debate interno en el que era el único participante. Al final apretó la quijada, cerró los párpados, y le tendió las muñecas con cierto recelo.
—Haga lo que tenga que hacer.
Pero la mujer soltó una carcajada.
—Oh, pero antes de eso, me gustaría que tú hicieras algo por mí —le comentó, con un brillo divertido en sus ojos de oro fundido—. Verás... uno de mis pequeños es un poco más travieso que el resto y siempre anda desaparecido. Ya has visto que no soy más que una pobre anciana, y mis pobres huesos ya no están para ir corriendo detrás de él. ¿Me harías el favor, shinobi foragido, de ayudarme a encontrarlo? A cambio, yo te ayudaré con tu problemilla con esas esposas de hielo.
—Haga lo que tenga que hacer.
Pero la mujer soltó una carcajada.
—Oh, pero antes de eso, me gustaría que tú hicieras algo por mí —le comentó, con un brillo divertido en sus ojos de oro fundido—. Verás... uno de mis pequeños es un poco más travieso que el resto y siempre anda desaparecido. Ya has visto que no soy más que una pobre anciana, y mis pobres huesos ya no están para ir corriendo detrás de él. ¿Me harías el favor, shinobi foragido, de ayudarme a encontrarlo? A cambio, yo te ayudaré con tu problemilla con esas esposas de hielo.