28/09/2018, 18:05
(Última modificación: 28/09/2018, 18:06 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
El boquiabierto Daruu tardó unos breves segundos en replicar:
—Vamos a ver si lo he entendido bien... Me escondo en este callejón, ajeno a miradas que puedan meterme en problemas, con unas esposas a la espera de librarme de ellas, cosa que tú me ofreces... a cambio de salir a buscar a uno de tus gatos fuera de este callejón, exponiéndome a miradas que pueden meterme en problemas —Daruu ladeó la cabeza—. ¿Ve dónde radica mi resistencia? Además, con estas esposas seguro que me es difícil correr mucho detrás de nada.
—Oh... ¿Pero qué voy a hacer con mi pequeño por ahí perdido? Mi pobrecito y pequeñito gatito... Él solo... Empapado bajo esta lluvia... Si tan sólo fuera unos años más joven y estos viejos huesos doloridos fueran un poco más fuertes... —Se lamentaba, lastimera. Entonces la anciana se inclinó lentamente hacia delante, y el gato sobre su regazo, sobresaltado ante el movimiento de la mujer, se levantó y ondeó la cola. Todo quejido desapareció de su voz cuando volvió a hablar, con sus ojos dorados clavados en los del chico—. Te han esposado las manos, no los pies. Y ni siquiera son esposas supresoras de chakra. Eres un shinobi joven y lozano, seguro que sabes pasar desapercibido. Vamos, muchacho, he visto genin recién salidos de la academia buscando gatos como locos y tú ya eres un chuunin hecho y derecho.
»Así que... ¿Lo tomas o lo dejas? Un gato por tu libertad.
Y, recordándole lo que estaba en juego, alzó un dedo e hizo aparecer una pequeña llamita de color azul sobre la yema de este.
—Vamos a ver si lo he entendido bien... Me escondo en este callejón, ajeno a miradas que puedan meterme en problemas, con unas esposas a la espera de librarme de ellas, cosa que tú me ofreces... a cambio de salir a buscar a uno de tus gatos fuera de este callejón, exponiéndome a miradas que pueden meterme en problemas —Daruu ladeó la cabeza—. ¿Ve dónde radica mi resistencia? Además, con estas esposas seguro que me es difícil correr mucho detrás de nada.
—Oh... ¿Pero qué voy a hacer con mi pequeño por ahí perdido? Mi pobrecito y pequeñito gatito... Él solo... Empapado bajo esta lluvia... Si tan sólo fuera unos años más joven y estos viejos huesos doloridos fueran un poco más fuertes... —Se lamentaba, lastimera. Entonces la anciana se inclinó lentamente hacia delante, y el gato sobre su regazo, sobresaltado ante el movimiento de la mujer, se levantó y ondeó la cola. Todo quejido desapareció de su voz cuando volvió a hablar, con sus ojos dorados clavados en los del chico—. Te han esposado las manos, no los pies. Y ni siquiera son esposas supresoras de chakra. Eres un shinobi joven y lozano, seguro que sabes pasar desapercibido. Vamos, muchacho, he visto genin recién salidos de la academia buscando gatos como locos y tú ya eres un chuunin hecho y derecho.
»Así que... ¿Lo tomas o lo dejas? Un gato por tu libertad.
Y, recordándole lo que estaba en juego, alzó un dedo e hizo aparecer una pequeña llamita de color azul sobre la yema de este.