28/09/2018, 23:28
Kazuma le contestó, incluso más conforme. Juro se sorprendió: el chico no solo reaccionó positivamente, sino que incluso le estaba sonriendo. A él. O al menos a la situación.
« No te emociones. No te emociones » — La primera vez que su alumno sonreía. Era un momento bonito, ¿no? Pero tenía que seguir jugando a ser un sensei guay y duro, así que trató de disimularlo. No le salió muy bien.
Juro contestó su sonrisa con otra, y entonces, se levantó.
— ¡Bueno! Si me lo permites, es hora de avanzar un poco, Kazuma-kun — dijo, mirando a su alumno —. Ahora que ya nos conocemos un poco mejor, quiero ver más de tí. En este caso, tus habilidades de combate, algo clave para cualquier tipo de entrenamiento que vaya a hacerte. Iba preguntarte directamente sobre tus capacidades, pero más tarde pensé que la mejor forma de verlo es que tú mismo me lo muestres...
Juro miró hacia el tatami, y señaló con la mano...
... a un punto dónde no había nada. El chico habló y habló, y cuando se detuvo, se dio cuenta del fallo que había cometido. Su cara se puso roja como un tomate.
— Oh, vaya. Se me olvidó. ¡Espera!
Juro corrió hacia el tatami, y sacó el pergamino que tenía en la cintura derecha. Kazuma podría ver como lo desenrollaba sobre el suelo de madera, y como ejecutaba una secuencia de sellos. Una pequeña explosión de humo saldría directamente del pergamino.
Sobre el suelo, ahora había un muñeco de madera. Parecía ser un muñeco de entrenamiento (o una especie de espantapájaros): se componía de un palo de madera vertical, y un muñeco hecho de madera atado. El muñeco tenía una expresión rara dibujada con un rotulador negro, y sonreía.
Juro colocó el palo en el suelo como buenamente pudo, para que el muñeco estuviera vertical y mirando hacia su alumno.
— Bien, como iba diciendo, quiero comprobar algunas de tus habilidades — murmuró el chico —. Veamos como te desenvuelves con un enemigo que no puede moverse. Enseñame primero algo de tu taijutsu.
Juro se quedó obsevando a Kazuma, esperando sus acciones.
« No te emociones. No te emociones » — La primera vez que su alumno sonreía. Era un momento bonito, ¿no? Pero tenía que seguir jugando a ser un sensei guay y duro, así que trató de disimularlo. No le salió muy bien.
Juro contestó su sonrisa con otra, y entonces, se levantó.
— ¡Bueno! Si me lo permites, es hora de avanzar un poco, Kazuma-kun — dijo, mirando a su alumno —. Ahora que ya nos conocemos un poco mejor, quiero ver más de tí. En este caso, tus habilidades de combate, algo clave para cualquier tipo de entrenamiento que vaya a hacerte. Iba preguntarte directamente sobre tus capacidades, pero más tarde pensé que la mejor forma de verlo es que tú mismo me lo muestres...
Juro miró hacia el tatami, y señaló con la mano...
... a un punto dónde no había nada. El chico habló y habló, y cuando se detuvo, se dio cuenta del fallo que había cometido. Su cara se puso roja como un tomate.
— Oh, vaya. Se me olvidó. ¡Espera!
Juro corrió hacia el tatami, y sacó el pergamino que tenía en la cintura derecha. Kazuma podría ver como lo desenrollaba sobre el suelo de madera, y como ejecutaba una secuencia de sellos. Una pequeña explosión de humo saldría directamente del pergamino.
Sobre el suelo, ahora había un muñeco de madera. Parecía ser un muñeco de entrenamiento (o una especie de espantapájaros): se componía de un palo de madera vertical, y un muñeco hecho de madera atado. El muñeco tenía una expresión rara dibujada con un rotulador negro, y sonreía.
Juro colocó el palo en el suelo como buenamente pudo, para que el muñeco estuviera vertical y mirando hacia su alumno.
— Bien, como iba diciendo, quiero comprobar algunas de tus habilidades — murmuró el chico —. Veamos como te desenvuelves con un enemigo que no puede moverse. Enseñame primero algo de tu taijutsu.
Juro se quedó obsevando a Kazuma, esperando sus acciones.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60