1/10/2018, 03:01
—Vaya... No pensé que la vida de ustedes los ninjas fuese tan enigmática— terminaría respondiendo ante la revelación del muchacho.
—Lo sé, es interesante, ¿verdad? —agrego él.
La muchacha revelo que se dedicaba a la jardinería, ayudando a su padre en el oficio. Ella parecía desestimar tal actividad como algo sin misterios, pero a Kazuma le parecía algo sumamente intrigante.
—Eso es fascinante. Yo también practico un poco de jardinería, para el cultivo y otras cosas simples —reveló, mostrando un tanto de entusiasmo—. Siempre me han llamado la atención las técnicas para cuidar de las plantas.
Mientras la conversación continuaba, el mesero se acercaba a la mesa con el par de órdenes.
—Disculpen la tardanza. He aquí lo que pidieron —dijo, mientras colocaba todo organizadamente en la mesa—: Un granizado de fresa y un pastel de frutos otoñales para la señorita y un guiso de ardilla para el joven.
Las alimentos dulces y coloridos que había pedido la muchacha contrastaban con el platillo de Kazuma: el suyo era un elegante tazón de madera relleno con un guiso espeso, oscuro y de aroma tentador. Al lado le acompañaba un tazón de arroz, mesclado con algunos granos de maíz.
El mesero se retiró y el peliblanco procedió a remover un poco su plato, como buscando algo que delatase el origen del mismo. Pero no encontró nada, la carne estaba cortada como si fuese la de cordero, y se veía absolutamente corriente.
—Interesante —dijo mientras inspeccionaba su comida—. Cuando me dijo que era de ardilla supuse que me encontraría algo como un pequeño cráneo, como con las cabezas de pescado en las sopas marinas.
¿Aquello le hubiera parecido genial? Si, aunque eso resultaría un tanto macabro para los turistas. Además, si aquellas ardillas eran “gigantes”, el cráneo de alguna de ellas no cabría en el plato.
—Lo sé, es interesante, ¿verdad? —agrego él.
La muchacha revelo que se dedicaba a la jardinería, ayudando a su padre en el oficio. Ella parecía desestimar tal actividad como algo sin misterios, pero a Kazuma le parecía algo sumamente intrigante.
—Eso es fascinante. Yo también practico un poco de jardinería, para el cultivo y otras cosas simples —reveló, mostrando un tanto de entusiasmo—. Siempre me han llamado la atención las técnicas para cuidar de las plantas.
Mientras la conversación continuaba, el mesero se acercaba a la mesa con el par de órdenes.
—Disculpen la tardanza. He aquí lo que pidieron —dijo, mientras colocaba todo organizadamente en la mesa—: Un granizado de fresa y un pastel de frutos otoñales para la señorita y un guiso de ardilla para el joven.
Las alimentos dulces y coloridos que había pedido la muchacha contrastaban con el platillo de Kazuma: el suyo era un elegante tazón de madera relleno con un guiso espeso, oscuro y de aroma tentador. Al lado le acompañaba un tazón de arroz, mesclado con algunos granos de maíz.
El mesero se retiró y el peliblanco procedió a remover un poco su plato, como buscando algo que delatase el origen del mismo. Pero no encontró nada, la carne estaba cortada como si fuese la de cordero, y se veía absolutamente corriente.
—Interesante —dijo mientras inspeccionaba su comida—. Cuando me dijo que era de ardilla supuse que me encontraría algo como un pequeño cráneo, como con las cabezas de pescado en las sopas marinas.
¿Aquello le hubiera parecido genial? Si, aunque eso resultaría un tanto macabro para los turistas. Además, si aquellas ardillas eran “gigantes”, el cráneo de alguna de ellas no cabría en el plato.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)