6/10/2018, 12:19
El frío característico azotaba sus sonrosadas mejillas, pero a ella no le importaba, si no todo lo contrario. Adoraba el frío, ponerse ropa de invierno y viajar era un hobbie que ya se comenzaba a hacer rutina.
Y aquello la había llevado a las no tan concurridas calles de Tanzaku Gai.
Incapaz de volver meses atrás, cuando había visitado el lugar durante el Festival Musical el año pasado; ya que no se sentía con el derecho de aparecer si no se econtraba a Aotsuki Ayame perdida por aquellas calles llenas de gente para proponerla ser su compañera y ocupar uno de los primeros puestos. Suspiró y de su boca salió humo blanco. Recordar a Ayame dolía en lo más profundo de su corazón pues, en verdad, ella la consideraba una gran amiga, con bestia de colas o sin ella. No era capaz de verla como una amenaza como la habían pintado varios de sus compañeros de villa, pero claro, ¿qué iba a hacer ella contra las órdenes de un superior?
Ahora todo era distinto, pensó, pues ella tenía la posibilidad de remediar actos así.
Pero no con Aotsuki Ayame.
Llegó a la plaza sin ni si quiera darse cuenta, perdida en sus pensamientos, y allí no parecía haber nadie, tan solo una figura ataviada en una túnica de viaje con la capucha echada al lado de la fuente central del lugar. No supo por qué, pero algo dentro de su pecho dio un vuelco al imaginarse que allí podría reencontrarse con la amejin. Pero, ¿qué posibilidades habría? Ninguna, seguramente, pues ella vivía muy lejos, y dudaba que casualmente aquel día de invierno se hubiera presentado allí.
Caminó lentamente por el lugar, la capa de viaje marrón que llevaba ella ondeaba con sus pasos, resonando sus pisadas sobre el frío suelo del lugar y el taconeo de sus propias botas. No llevaba la capucha puesta, pero sí llevaba el cabello peinado de diferente manera: al tenerlo más largo que de costumbre, había cogido los mechones que caían a ambos lados de su cara y los había trenzado, sujetándolos tras su cabeza en una pequeña coleta. El pelo restante lo había enredado en esas trenzas, quedando un recogido algo más cálido que su habitual moño. La placa de Uzushiogakure estaba guardada, pues no estaba de servicio, al igual que el chaleco militar, el cual estaba en casa. La placa de Jounin reposaba en su portaobjetos.
Cuando llegó al lugar donde un año antes había estado el escenario, se paró en el centro y cerró los ojos.
Ojalá pudiese volver al pasado.
Y aquello la había llevado a las no tan concurridas calles de Tanzaku Gai.
Incapaz de volver meses atrás, cuando había visitado el lugar durante el Festival Musical el año pasado; ya que no se sentía con el derecho de aparecer si no se econtraba a Aotsuki Ayame perdida por aquellas calles llenas de gente para proponerla ser su compañera y ocupar uno de los primeros puestos. Suspiró y de su boca salió humo blanco. Recordar a Ayame dolía en lo más profundo de su corazón pues, en verdad, ella la consideraba una gran amiga, con bestia de colas o sin ella. No era capaz de verla como una amenaza como la habían pintado varios de sus compañeros de villa, pero claro, ¿qué iba a hacer ella contra las órdenes de un superior?
Ahora todo era distinto, pensó, pues ella tenía la posibilidad de remediar actos así.
Pero no con Aotsuki Ayame.
Llegó a la plaza sin ni si quiera darse cuenta, perdida en sus pensamientos, y allí no parecía haber nadie, tan solo una figura ataviada en una túnica de viaje con la capucha echada al lado de la fuente central del lugar. No supo por qué, pero algo dentro de su pecho dio un vuelco al imaginarse que allí podría reencontrarse con la amejin. Pero, ¿qué posibilidades habría? Ninguna, seguramente, pues ella vivía muy lejos, y dudaba que casualmente aquel día de invierno se hubiera presentado allí.
Caminó lentamente por el lugar, la capa de viaje marrón que llevaba ella ondeaba con sus pasos, resonando sus pisadas sobre el frío suelo del lugar y el taconeo de sus propias botas. No llevaba la capucha puesta, pero sí llevaba el cabello peinado de diferente manera: al tenerlo más largo que de costumbre, había cogido los mechones que caían a ambos lados de su cara y los había trenzado, sujetándolos tras su cabeza en una pequeña coleta. El pelo restante lo había enredado en esas trenzas, quedando un recogido algo más cálido que su habitual moño. La placa de Uzushiogakure estaba guardada, pues no estaba de servicio, al igual que el chaleco militar, el cual estaba en casa. La placa de Jounin reposaba en su portaobjetos.
Cuando llegó al lugar donde un año antes había estado el escenario, se paró en el centro y cerró los ojos.
Ojalá pudiese volver al pasado.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)