8/10/2018, 21:18
(Última modificación: 8/10/2018, 21:18 por Aotsuki Ayame.)
Y todo lo que no había hablado Daruu, empezó a largarlo en aquel preciso momento. Parecía que Ayame había dado en el clavo con la pregunta, porque el muchacho empezó a cantar como un ruiseñor:
—Sí, sí que entré. Es la puerta de una taberna. He ido muchas veces, la hidromiel pluvial de ese sitio es la mejor. —Sonrió de forma estúpida, pero Ayame había fruncido el ceño, sin un ápice de diversión en sus ojos—. Es la taberna de los kunai cruzados, la mejor de Ame. Un sitio oscuro y tranquilo, casi sin alboroto, tranquila, al que van los ninja después de las misiones, de modo que tampoco suele haber problemas. Me encanta.
—¡Oh, es cierto! —corroboró Kōri—. Alguna vez he estado allí.
Y Ayame le dirigió una fulminante mirada por el rabillo del ojo.
—Allí me encontré con Kaido-kun. Allí, tomando una jarra de hidromiel... cada uno, ¿eh? No comparto jarras con pescados... —continuó Daruu, completamente ajeno al involuntario temblor de manos de Ayame, que hervía en su sitio de ira contenida—. Eh... por dónde iba. Ah, sí. Tomando una jarra, escuchamos a unos ninjas hablar de unos saqueos en Yukio, y de los rumores sobre un monstruo, uno grande peludo y blanco. Bueno, total, que acabamos yendo a Yukio a buscarlo, porque el monstruo era nuestro amigo —lo conocimos en el Valle de los Dojos, se llama Hibagon—, y...
—Ya basta. Ayame, para la técnica. Tengo curiosidad por la historia, pero si algún día nos la cuenta debería ser por voluntad pro...
—...entonces nos alojamos en el Patito Frío y luego al día siguiente subimos a la mon...
—Párala ya, Ayame.
Pero Ayame se había levantado de repente, tirando la silla detrás de ella en el proceso. Claro que iba a detener la técnica. Por supuesto que iba a hacerlo.
Los nudillos de la kunoichi cayeron sobre la coronilla de Daruu, sacándole violentamente del ensueño.
—¡¿Cómo que hidromiel?! ¡¡Eso es alcohol!! —le chilló, completamente ida de sí—. ¡¡Tienes quince años!! ¡¿Qué narices haces bebiendo bebidas alcohólicas?! ¡Bah, y aunque fueras mayor de edad me da igual! ¡El alcohol no es más que droga!
—Sí, sí que entré. Es la puerta de una taberna. He ido muchas veces, la hidromiel pluvial de ese sitio es la mejor. —Sonrió de forma estúpida, pero Ayame había fruncido el ceño, sin un ápice de diversión en sus ojos—. Es la taberna de los kunai cruzados, la mejor de Ame. Un sitio oscuro y tranquilo, casi sin alboroto, tranquila, al que van los ninja después de las misiones, de modo que tampoco suele haber problemas. Me encanta.
—¡Oh, es cierto! —corroboró Kōri—. Alguna vez he estado allí.
Y Ayame le dirigió una fulminante mirada por el rabillo del ojo.
—Allí me encontré con Kaido-kun. Allí, tomando una jarra de hidromiel... cada uno, ¿eh? No comparto jarras con pescados... —continuó Daruu, completamente ajeno al involuntario temblor de manos de Ayame, que hervía en su sitio de ira contenida—. Eh... por dónde iba. Ah, sí. Tomando una jarra, escuchamos a unos ninjas hablar de unos saqueos en Yukio, y de los rumores sobre un monstruo, uno grande peludo y blanco. Bueno, total, que acabamos yendo a Yukio a buscarlo, porque el monstruo era nuestro amigo —lo conocimos en el Valle de los Dojos, se llama Hibagon—, y...
—Ya basta. Ayame, para la técnica. Tengo curiosidad por la historia, pero si algún día nos la cuenta debería ser por voluntad pro...
—...entonces nos alojamos en el Patito Frío y luego al día siguiente subimos a la mon...
—Párala ya, Ayame.
Pero Ayame se había levantado de repente, tirando la silla detrás de ella en el proceso. Claro que iba a detener la técnica. Por supuesto que iba a hacerlo.
¡PLOC!
Los nudillos de la kunoichi cayeron sobre la coronilla de Daruu, sacándole violentamente del ensueño.
—¡¿Cómo que hidromiel?! ¡¡Eso es alcohol!! —le chilló, completamente ida de sí—. ¡¡Tienes quince años!! ¡¿Qué narices haces bebiendo bebidas alcohólicas?! ¡Bah, y aunque fueras mayor de edad me da igual! ¡El alcohol no es más que droga!