10/10/2018, 15:58
(Última modificación: 10/10/2018, 15:59 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
De tejado en tejado, Daruu no llegó a atraer la mirada de ningún curioso. Quizás la gente ya estaba más que habituada a ver a los shinobi desplazándose por las alturas, quizás los múltiples paraguas les dificultaba ver lo que tenían encima de las cabezas, o quizás, simplemente, estaban tan absortos en sus compras que a nadie le interesaba levantar la mirada hacia un cielo siempre nublado.
Fuera como fuese, el chunin pudo avanzar sin ningún contratiempo y, pasados unos minutos, cuando sus pies dieron con una terraza en lugar de un tejado, le llegó un olor peculiar a la nariz. Un olor que él conocía tan bien como lo detestaba. Era olor a pescado. Debajo de él, en la otra acera, había un local más bien ostentoso, con un brillante letrero de neón en el que se apreciaba una feliz cigala junto al nombre "Mariscos Sakana".
Fuera como fuese, el chunin pudo avanzar sin ningún contratiempo y, pasados unos minutos, cuando sus pies dieron con una terraza en lugar de un tejado, le llegó un olor peculiar a la nariz. Un olor que él conocía tan bien como lo detestaba. Era olor a pescado. Debajo de él, en la otra acera, había un local más bien ostentoso, con un brillante letrero de neón en el que se apreciaba una feliz cigala junto al nombre "Mariscos Sakana".