13/10/2018, 19:35
(Última modificación: 13/10/2018, 19:37 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
Umikiba Kaido, el Tiburón de Amegakure; nunca tuvo problema alguno en ser él, al menos allá en el País de la Tormenta. Disfrutaba de su apariencia, se empoderaba con ella, haciendo temer a los más desahuciados. Allá en su aldea nunca había sentido la presión de que sus distinciones características pudieran causarle algún problema, como el que le causaba ahora en el Nido del sur. Primero fue un quejido fungido en el temor hacia lo desconocido por parte de la anciana. Y lo de la niña, tan sencillo como que sus peores pesadillas se hicieron realidad al ver aquella mandíbula abrirse y cerrarse a medida de que Kaido gesticulaba sus palabras.
El llanto fútil cayó con el peso de un hacha sobre los oídos de todos los presentes, a la vez de que las miradas se centraban en el causante de aquel terror. Uno a uno, los ceños fueron frunciéndose y Kaido había dejado de ser un simple visitante para convertirse en una persona non grata.
—No pasa absolutamente nada —sentenció con una tranquilidad absurda—. tan sólo busco un plato de comida y una cama con la qué pasar la noche.
Su mano, firme, se apretó. Aún más.
El llanto fútil cayó con el peso de un hacha sobre los oídos de todos los presentes, a la vez de que las miradas se centraban en el causante de aquel terror. Uno a uno, los ceños fueron frunciéndose y Kaido había dejado de ser un simple visitante para convertirse en una persona non grata.
—No pasa absolutamente nada —sentenció con una tranquilidad absurda—. tan sólo busco un plato de comida y una cama con la qué pasar la noche.
Su mano, firme, se apretó. Aún más.