14/10/2018, 20:15
(Última modificación: 14/10/2018, 20:15 por Tsukiyama Daigo.)
Pronto, ambos Genin se encontraron con la niña que tanto gritaba. Por suerte no parecía tener ningún rasguño, pero...
—¡U-un monstruo! —gritó mientras señalaba una posada—. ¡Malo! ¡Muy muy malo! ¡Quiere comernos a todos! ¡Por favor…! ¡Haced algo!
Daigo se agachó apoyando una rodilla en el suelo y con el pulgar de su mano derecha le secó un poco las lágrimas de las mejillas.
—No te preocupes, ve a casa, nosotros nos ocuparemos. —le aseguró.
En cuanto la niña respondiera, el peliverde se levantaría y miraría a Yota. No había otra, tenían que ver que sucedía.
Sin querer perder mucho más tiempo, se apresuraría en dirigirse al local y abrir sus puertas para comprobar lo que sucedía.
—Buenas noches, ¿está todo en orden? —dijo lo suficientemente alto como para que se le escuchase, pero manteniendo su tono lo más relajado posible.
No hizo falta más que un vistazo para comprobar que no todo estaba en orden, Umikiba Kaido de Amegakure se encontraba en el local, armado. Probablemente tenía algo que ver con el monstruo del que hablaba la ninja.
Daigo había coincidido una vez con el escualo y no le había parecido un mal tipo. Con suerte todo se había tratado de algún desafortunado mal entendido, pero había algo que escamaba...
¿Dónde estaba su bandana?
—¡U-un monstruo! —gritó mientras señalaba una posada—. ¡Malo! ¡Muy muy malo! ¡Quiere comernos a todos! ¡Por favor…! ¡Haced algo!
Daigo se agachó apoyando una rodilla en el suelo y con el pulgar de su mano derecha le secó un poco las lágrimas de las mejillas.
—No te preocupes, ve a casa, nosotros nos ocuparemos. —le aseguró.
En cuanto la niña respondiera, el peliverde se levantaría y miraría a Yota. No había otra, tenían que ver que sucedía.
Sin querer perder mucho más tiempo, se apresuraría en dirigirse al local y abrir sus puertas para comprobar lo que sucedía.
—Buenas noches, ¿está todo en orden? —dijo lo suficientemente alto como para que se le escuchase, pero manteniendo su tono lo más relajado posible.
No hizo falta más que un vistazo para comprobar que no todo estaba en orden, Umikiba Kaido de Amegakure se encontraba en el local, armado. Probablemente tenía algo que ver con el monstruo del que hablaba la ninja.
Daigo había coincidido una vez con el escualo y no le había parecido un mal tipo. Con suerte todo se había tratado de algún desafortunado mal entendido, pero había algo que escamaba...
¿Dónde estaba su bandana?
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.