14/10/2018, 22:21
Los descansos estaban a la orden del día. Desde que había puesto un maldito pie en Uzushiogakure despues de volver de mi viaje ancestral para entrar en contacto con el universo y beber de su sabiduría infinita no había parado. Literalmente, JODIDAMENTE, literalmente. Primero me entero de que todos mis kages están muertos y que hay un rubio desconocido para mi con el sombrero de Uzukage, cosa que tampoco estaba tan mal, el hombre se había portado en el examen salvándole el culo a Datsue. Aunque salvarle el culo a Datsue era sencillo, solo había que vigilarle un poco y seguro que se metía él solo en algún fregado.
Después de eso, se había formado un lío de tres pares de cojones. Ya solo entre decidirme en si matar kuseños y amenios a destajo o quedarme tranquilo, se me habían ido semanas. Solo para unos días más tarde encontrarme con Juro y a tomar por culo todo. ¡Pero se lo merecía! ¿Qué culpa tenía yo si ahora poseía la sabiduría infinita del universo y no podía ignorar un desorden karmico en el espacio-tiempo? Y encima, justo cuando todo estaba saliendo de puta madre, va y de la nada, aparece Eri. Ahí estaba claro que el universo me estaba jodiendo como precio al conocimiento ilimitado que me había dado.
Y tú dirás, qué triste es tu vida Nabi-sama, pues sí. Porque después de cagarle a Juro, va Eri y se cabrea conmigo. ¿Por qué? Y yo que sé. No entiendo a los kuseños voy a entender a las mujeres. Después de ese encontronazo como para irme para la villa, como me encontrara con Eri iba a perder algo más que la cabeza. Mi mano se fue un momento a mis testículos para comprobar que siguiesen ahí. Qué duro era tener superiores.
Ahora estaba sumergido en uno de los baños termales. Era tarde, pero tarde tarde. Por suerte, en la famosa Villa de las Aguas Termales siempre había un par de sitios abiertos las veinticuatro horas. Siempre que tuvieses dinero, claro. Tenía una habitación modesta en la que había aparcado al perro, que obviamente no podía entrar en los baños, se pasaría media hora bebiéndose el agua hasta caer inconsciente y ahogarse. Y ahora, yo conmigo mismo, disfrutaba de unas relajantes aguas calientes en soledad.
En pelota picada, como los héroes de la antigüedad a los que años más tarde se les hace una estatua que acaba perdiendo la cabeza por disputas internacionales.
Después de eso, se había formado un lío de tres pares de cojones. Ya solo entre decidirme en si matar kuseños y amenios a destajo o quedarme tranquilo, se me habían ido semanas. Solo para unos días más tarde encontrarme con Juro y a tomar por culo todo. ¡Pero se lo merecía! ¿Qué culpa tenía yo si ahora poseía la sabiduría infinita del universo y no podía ignorar un desorden karmico en el espacio-tiempo? Y encima, justo cuando todo estaba saliendo de puta madre, va y de la nada, aparece Eri. Ahí estaba claro que el universo me estaba jodiendo como precio al conocimiento ilimitado que me había dado.
Y tú dirás, qué triste es tu vida Nabi-sama, pues sí. Porque después de cagarle a Juro, va Eri y se cabrea conmigo. ¿Por qué? Y yo que sé. No entiendo a los kuseños voy a entender a las mujeres. Después de ese encontronazo como para irme para la villa, como me encontrara con Eri iba a perder algo más que la cabeza. Mi mano se fue un momento a mis testículos para comprobar que siguiesen ahí. Qué duro era tener superiores.
Ahora estaba sumergido en uno de los baños termales. Era tarde, pero tarde tarde. Por suerte, en la famosa Villa de las Aguas Termales siempre había un par de sitios abiertos las veinticuatro horas. Siempre que tuvieses dinero, claro. Tenía una habitación modesta en la que había aparcado al perro, que obviamente no podía entrar en los baños, se pasaría media hora bebiéndose el agua hasta caer inconsciente y ahogarse. Y ahora, yo conmigo mismo, disfrutaba de unas relajantes aguas calientes en soledad.
En pelota picada, como los héroes de la antigüedad a los que años más tarde se les hace una estatua que acaba perdiendo la cabeza por disputas internacionales.
—Nabi—