15/10/2018, 12:17
De entre todas las posibles hipótesis que rondaban en mi cabeza, la que la niña había dibujado en mi mente no era, ni mucho menos la esperada.
—. Es… Es… Mu mu grande. Y azul. Y c-con dientes de monstruo —decía con voz aguda—. Y… ¡y con voz de mala persona!
Azul y dientes de monstruo...
«¿Kaido?»
Se me había helado la mirada durante unos instantes y para cuando quise darme cuenta la niña ya había huido de nuevo, presa del pánico y del instinto de supervivencia y yo me había quedado más solo que la una delante de aquella posada, solo junto a mi fiel compañera, Kumopansa.
— Supongo que habrá que echarle una mano al descerebrado de Daigo — dije, pensando en voz alta.
Tome aire un par de veces, con la mirada puesta en la maldita posada y caminé hacia ella antes de que el peliverde cayese en las garras del tiburón de Amegakure y crucé el umbral de la entrada esperando que mis temores no fuesen reales. Pero vamos, en el mejor de los casos solo se trataría del primo de Kaido. Pero la verdad me golpeó en la jodida frente al verle, sentado junto a mi camarada en una de las mesas del local y todos los demás sin gesticular palabra alguna. Pude sentir la tensión en el ambiente pero, afortunadamente no veía herido alguno.
— Mi buen Kaido — dije con el objetivo de romper aquel silencio — Me preguntó que habría llevado a un shinobi de Amegakure a armar alboroto en un país enemigo tal y como está el patio en Oonindo
—. Es… Es… Mu mu grande. Y azul. Y c-con dientes de monstruo —decía con voz aguda—. Y… ¡y con voz de mala persona!
Azul y dientes de monstruo...
«¿Kaido?»
Se me había helado la mirada durante unos instantes y para cuando quise darme cuenta la niña ya había huido de nuevo, presa del pánico y del instinto de supervivencia y yo me había quedado más solo que la una delante de aquella posada, solo junto a mi fiel compañera, Kumopansa.
— Supongo que habrá que echarle una mano al descerebrado de Daigo — dije, pensando en voz alta.
Tome aire un par de veces, con la mirada puesta en la maldita posada y caminé hacia ella antes de que el peliverde cayese en las garras del tiburón de Amegakure y crucé el umbral de la entrada esperando que mis temores no fuesen reales. Pero vamos, en el mejor de los casos solo se trataría del primo de Kaido. Pero la verdad me golpeó en la jodida frente al verle, sentado junto a mi camarada en una de las mesas del local y todos los demás sin gesticular palabra alguna. Pude sentir la tensión en el ambiente pero, afortunadamente no veía herido alguno.
— Mi buen Kaido — dije con el objetivo de romper aquel silencio — Me preguntó que habría llevado a un shinobi de Amegakure a armar alboroto en un país enemigo tal y como está el patio en Oonindo
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa