15/10/2018, 13:12
— N-no te había visto. Hola. Esto es un poco incómodo.
Siempre que hablan de momentos que parecen eternos, de esos milisegundos en los que te da tiempo a pensar doscientas cosas y tomar una decisión en consecuencia, yo pienso, ¿qué gilipollez es esa? Eso no es así. Pues bien, cuando estaba yo tranquilamente en unas aguas termales, con la relajación, sin preocupaciones, con brazos y piernas abiertos sin pensar en nada que no fuese los vapores del agua o la tranquilidad del lugar, y apareció EL PUTO EIKYU Juro. En ese momento, comprendí cuan invento eran esos momentos de los que hablan.
Pensar pensé muchas cosas de golpe, sopesar sopesé muchas cosas de golpe, tantas, que se me frío el cerebro. Pasaron todas las imágenes de las veces que nos habíamos encontrado. Cuando le salvé la vida llevándolo a una curandera en vez de dejarlo tirado en el bosque, cuando le ayudé a pagar la deuda que tenía con esa curandera, incluso la vez que le di ánimos en el examen de Chunin. ¿Cuanto había hecho ya por él? ¿Y él cómo me lo había pagado? Traicionándome. Algo que para esos ninjas extranjeros parecía tan natural como respirar.
¿Era la culpa mía acaso, por confiar?
¿Cómo sino, podía expiar los pecados de aquella alma que ahora, alzada ante mí, comentaba lo incomoda que era la situación?
Dicho lo cual, mi primer impulso fue abrirle la cabeza con una piedra y ahogarlo en el agua caliente. Pero como suelo recalcar, en Uzushiogakure no somos unos salvajes. La violencia no es nuestro estilo, es un estilo más de Amegakure, puñaladas por la espalda, poner la zancadilla, esas mierdas.
— Eikyu Juro. Más incomodo fue para mi tener que deteneros en el hospital.
Exhibía una calma que por dentro no tenía. Mientras le dedicaba una mirada acusadora, sin cerrar las piernas, hacía pequeños remolinos con el dedo indice de la mano derecha.
Siempre que hablan de momentos que parecen eternos, de esos milisegundos en los que te da tiempo a pensar doscientas cosas y tomar una decisión en consecuencia, yo pienso, ¿qué gilipollez es esa? Eso no es así. Pues bien, cuando estaba yo tranquilamente en unas aguas termales, con la relajación, sin preocupaciones, con brazos y piernas abiertos sin pensar en nada que no fuese los vapores del agua o la tranquilidad del lugar, y apareció EL PUTO EIKYU Juro. En ese momento, comprendí cuan invento eran esos momentos de los que hablan.
Pensar pensé muchas cosas de golpe, sopesar sopesé muchas cosas de golpe, tantas, que se me frío el cerebro. Pasaron todas las imágenes de las veces que nos habíamos encontrado. Cuando le salvé la vida llevándolo a una curandera en vez de dejarlo tirado en el bosque, cuando le ayudé a pagar la deuda que tenía con esa curandera, incluso la vez que le di ánimos en el examen de Chunin. ¿Cuanto había hecho ya por él? ¿Y él cómo me lo había pagado? Traicionándome. Algo que para esos ninjas extranjeros parecía tan natural como respirar.
¿Era la culpa mía acaso, por confiar?
¿Cómo sino, podía expiar los pecados de aquella alma que ahora, alzada ante mí, comentaba lo incomoda que era la situación?
Dicho lo cual, mi primer impulso fue abrirle la cabeza con una piedra y ahogarlo en el agua caliente. Pero como suelo recalcar, en Uzushiogakure no somos unos salvajes. La violencia no es nuestro estilo, es un estilo más de Amegakure, puñaladas por la espalda, poner la zancadilla, esas mierdas.
— Eikyu Juro. Más incomodo fue para mi tener que deteneros en el hospital.
Exhibía una calma que por dentro no tenía. Mientras le dedicaba una mirada acusadora, sin cerrar las piernas, hacía pequeños remolinos con el dedo indice de la mano derecha.
—Nabi—