15/10/2018, 23:44
Las palabras de Kazuma parecieron morir en el silencio de la tienda. Sin embargo, al abrir la puerta, se encontró con un interior que probablemente el chico no esperaba.
Las paredes estaban decoradas con un color amarillo chillón, y tenían numerosos calendarios colgados por todas partes, del mes y la época en la que se encontraban (la mayor parte de los días que habían pasado estaban tachados con grandes cruces negras). Había estanterías pegadas a la pared, dónde se exhibían numerosas clases de libros de muchos géneros, aunque a tal distancia, era un poco difícil de ver lo que ponía.
Sobre el suelo, había una secuencia de más de cinco enormes estantes, y un pequeño congelador. Ahí se exponían toda clase de alimentos (exceptuando una estantería, que parecía servir exclusivamente para ropa interior). En el congelador, había varias bebidas, entre ellas refrescos energéticos, agua, y té preparado.
Un gran mostrador se orientaba a un lado de la habitación. Bajo él, había pequeñas rocas, expuestas como bellezas lunares, aunque no podía nada sobre ellas (y parecían realmente rocas).
— ¡Pase, pase! ¡Lo siento mucho! — exclamó una voz femenina. De una pequeña puerta, detrás del mostrador, salió una persona.
Esa persona era una mujer. Debía de rondar los treinta años. Tenía el pelo rubio, cortado a ras del cuello, y los ojos azules. Vestía un kimono tradicional decorado con rosas y margaritas, y llevaba el pelo recogido en una cola de caballo. Kazuma podría notar al instante dos cosas de ella: primero, que usaba maquillaje. Segundo, que había estado llorando. La sombra de ojos (que en su momento debía de haberle quedado bien) ahora se extendía por toda la cara, como un charco de tinta, que le daba un aspecto bastante tétrico. Sus ojos estaban rojos.
— Estaba en la otra habitación, y no te escuché. ¡Qué tonta! — dijo, dandose una bofetada así misma. La bofetada fue un pelín fuerte para estar hablando en broma. El sonido del golpe se oyó por toda la sala —. ¿Puedo ayudarle en algo, shinobi-san?
La mujer se apoyó en el mostrador, y en ese momento, hizo una mueca, como si el solo apoyarse le hubiera causado un gran dolor en el cuerpo.
Las paredes estaban decoradas con un color amarillo chillón, y tenían numerosos calendarios colgados por todas partes, del mes y la época en la que se encontraban (la mayor parte de los días que habían pasado estaban tachados con grandes cruces negras). Había estanterías pegadas a la pared, dónde se exhibían numerosas clases de libros de muchos géneros, aunque a tal distancia, era un poco difícil de ver lo que ponía.
Sobre el suelo, había una secuencia de más de cinco enormes estantes, y un pequeño congelador. Ahí se exponían toda clase de alimentos (exceptuando una estantería, que parecía servir exclusivamente para ropa interior). En el congelador, había varias bebidas, entre ellas refrescos energéticos, agua, y té preparado.
Un gran mostrador se orientaba a un lado de la habitación. Bajo él, había pequeñas rocas, expuestas como bellezas lunares, aunque no podía nada sobre ellas (y parecían realmente rocas).
— ¡Pase, pase! ¡Lo siento mucho! — exclamó una voz femenina. De una pequeña puerta, detrás del mostrador, salió una persona.
Esa persona era una mujer. Debía de rondar los treinta años. Tenía el pelo rubio, cortado a ras del cuello, y los ojos azules. Vestía un kimono tradicional decorado con rosas y margaritas, y llevaba el pelo recogido en una cola de caballo. Kazuma podría notar al instante dos cosas de ella: primero, que usaba maquillaje. Segundo, que había estado llorando. La sombra de ojos (que en su momento debía de haberle quedado bien) ahora se extendía por toda la cara, como un charco de tinta, que le daba un aspecto bastante tétrico. Sus ojos estaban rojos.
— Estaba en la otra habitación, y no te escuché. ¡Qué tonta! — dijo, dandose una bofetada así misma. La bofetada fue un pelín fuerte para estar hablando en broma. El sonido del golpe se oyó por toda la sala —. ¿Puedo ayudarle en algo, shinobi-san?
La mujer se apoyó en el mostrador, y en ese momento, hizo una mueca, como si el solo apoyarse le hubiera causado un gran dolor en el cuerpo.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60