16/10/2018, 04:01
— Estaba en la otra habitación, y no te escuché. ¡Qué tonta! — dijo, dandose una bofetada así misma. La bofetada fue un pelín fuerte para estar hablando en broma. El sonido del golpe se oyó por toda la sala —. ¿Puedo ayudarle en algo, shinobi-san?
—No hay problema —dijo, observándola con tranquilidad.
La mujer busco apoyo en el aparador y un gesto de dolor marco su cara, como si tuviese una lesión o herida reciente.
El joven no necesito mucho para imaginar porque la mujer estaría llorando: quizás se tratase de violencia doméstica o que estuviera afligida por alguna que otra situación dramática. Lo cierto es que aquello no le provocaba mucho movimiento emocional. Quizás otra persona hubiese optado por indagar en lo que sucedía, pero él no era un héroe de los anónimos o un defensor de los débiles, a él le bastaba sentirse como un transeúnte y un observador de la vida. Claro, su curiosidad nata le empuja a adentrarse en las preguntas y misterios que cualquiera le plantease, y si por el camino resolvía los problemas de alguien resultaba ser obra de la causalidad. Porque el procuraba no meterse donde no le llamaban, aunque si le llamaban y el atendía, se adentraría hasta el final del asunto o hasta donde alcanzase su interés.
—Llevare un par de bebidas energéticas —dijo depositando un par de monedas sobre el mostrador y observando con evidente curiosidad el abarrotado interior de la tienda.
—No hay problema —dijo, observándola con tranquilidad.
La mujer busco apoyo en el aparador y un gesto de dolor marco su cara, como si tuviese una lesión o herida reciente.
El joven no necesito mucho para imaginar porque la mujer estaría llorando: quizás se tratase de violencia doméstica o que estuviera afligida por alguna que otra situación dramática. Lo cierto es que aquello no le provocaba mucho movimiento emocional. Quizás otra persona hubiese optado por indagar en lo que sucedía, pero él no era un héroe de los anónimos o un defensor de los débiles, a él le bastaba sentirse como un transeúnte y un observador de la vida. Claro, su curiosidad nata le empuja a adentrarse en las preguntas y misterios que cualquiera le plantease, y si por el camino resolvía los problemas de alguien resultaba ser obra de la causalidad. Porque el procuraba no meterse donde no le llamaban, aunque si le llamaban y el atendía, se adentraría hasta el final del asunto o hasta donde alcanzase su interés.
—Llevare un par de bebidas energéticas —dijo depositando un par de monedas sobre el mostrador y observando con evidente curiosidad el abarrotado interior de la tienda.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)