17/10/2018, 19:13
—Yyyyyupsie. ¡Perdón! —Daruu se acercó a la barra y tomó asiento al lado de Ayame—. Es que estábamos fuera y escuchamos un cristal rompiéndose. Teníamos miedo de que estuvieras en peligro.
—¿En peli...? ¡Oh, no, Amedama-san, es sólo un malentendido! La joven preguntó sobre un asunto comprometido y se me cayó el v-vaso. Debo suponer que váis en equipo, no? ¿Tú tambien, Aotsuki-san?
—Sí. De hecho, Ayame es mi hermana —declaró el Hielo, y tomó asiento al otro lado de Ayame—. ¿Puedes ponernos dos zumos más, por favor?
—¿Zumos? Yo qui...
—Zumos.
Daruu apretó los dientes y se dio cuenta de por qué Kori hacía aquello. Miró a Ayame de reojo, y enseguida apartó la mirada de ella. Sus ojos repararon en la medalla con los dos kunai dorados que reposaba encima de la mesa.
—Y, ¿se puede saber cual fue la pregunta peliaguda que te hizo Ayame, Kirishima-san? Estamos...
—...investigando la muerte de Taichi Yamato y de Moiichi Danko. Lo sé.
—Un momento, no —tajó Kori, con cortesía—. Takahashi y Goruden eran sus apelli...
—No sé cómo se harían llamar ahora. Pero no eran quien decían ser. Y pensar que esos dos locos volverían a Amegakure, ¡pero qué osadía! Delante de sus mismas narices...
Daruu, impaciente, empezó a temer que el afable Kirishima-san, dueño de Los kunai cruzados, hubiese tenido algo que ver en todo aquél embrollo. De modo que atajó:
—Por favor, Kirishima. Al grano. ¿Has tenido algo que ver?
—Yo no. Pero sí que sé quién debe de ser el asesino. Ahora, por favor, dejadme empezar desde el principio... —El hombre se agachó y rebuscó algo en el armarete de detrás de la barra.
Daruu se dio cuenta de que Kori se tensó por el rápido descenso de la temperatura del local. ¿Y si... y si estaba buscando algún tipo de arma para atacarles?
Finalmente, Kirishima se reincorporó y depositó una chapa dorada idéntica a las otras dos que tenían ellos. Daruu, instintivamente, rebuscó en su portaobjetos y la colocó al lado de las otras dos. Kirishima soltó una débil y triste risilla.
»Otra vez con vosotros, cabrones —dijo—. En fin. No me queda más remedio que desvelaros la historia del nombre de este sitio.
»La historia de Los kunai cruzados.
—Ninguno de vosotros tres había nacido cuando yo ya era un pequeño delincuente —dijo, con un brillo de... ¿añoranza? en los ojos—. Por aquél entonces, hurtaba carteras en las calles de la aldea. Aunque debía hacerlo condenadamente bien, si aquellos dos se fijaron en mí.
[color=cornflowerblue]»Hablo de ellos, claro. —Señaló con los dedos índices y corazón de una mano a las dos medallas doradas que no le pertenecían—. Yamato y Danko. O como decís que se llamaban ahora, Takahashi y Goruden, ¿no?
»Eran ladrones de bancos y joyerías, allanadores de ricos. Profesionales, a la cabeza del arte de la sustracción discreta. Junto a ellos, aprendí y mejoré mucho. Había otro chaval conmigo. Un chico de pelo negro, alto. Se llamaba Nobuki Notsu. Era igual o más bueno que yo en aquello, y tenía el doble de ambición.
»El día en el que nos entregaron la chapa dorada, el grupo de ladrones conocido como Los kunai cruzados ya se había ganado un renombre. Siempre recordaré ese día, el día de la traición de Yamato y Danko. Qué estúpidos fuimos... Veréis, el plan era atracar un banco, el más grande de Amegakure. Pero nuestros maestros ya estaban forrados de dinero. El dinero del banco no les interesaba. Lo que querían eran dos buenos chivos expiatorios. Se habían ganado nuestra confianza durante unos largos seis meses, y nos prepararon una encerrona con aquél golpe.
»Ese día, Notsu y yo descubrimos la verdad sobre esta medalla. Los kunai cruzados... siempre fueron solo dos. Estaba claro.
»Fue un caso bastante sonado, pero es normal que no lo conozcáis. Por entonces hubo mucho revuelo. La broma nos salió cara: quince largos años en la carcel.
»Con treinta años y un cargo bastante grande de conciencia, decidí ganarme la vida honradamente y acabé fundando este negocio. Lo del nombre fue un pequeño homenaje a mi yo del pasado... y un poco de justicia poética. Si podía ganar unas perras a costa de aquellos cabrones... ¡ja, ja, ja!
»Pero Notsu nunca lo superó. Le ofrecí montar esto con él, precisamente en este lugar, la antigua guarida de aquellos cabrones. Le ofrecí convertirnos en un tipo de kunai cruzados diferente. Los otros dos kunai. Aunque con reservas, al principio aceptó, pero cuando estábamos limpiando el sitio y transformándolo en esto que véis, encontramos un diario. El diario de Danko. Además de confirmar nuestras sospechas sobre nuestros antiguos compañeros, descubrimos que partieron hacia el este, hacia el País del Bosque, con todo el dinero. Le insistí mucho, pero Notsu... cegado por la venganza, decidió marcharse. Buscarlos. Acabar con ellos.
»Supongo que los cabrones se ocultaron durante un tiempo y luego decidieron volver a Amegakure, quien sabe si arrepentidos o no. Quizás hicieron como yo, y refundaron sus vidas. Pero como comprenderéis, no puedo sentir pena por su muerte. Sólo miedo.
»Yo no le hice nunca nada a Notsu. Pero... pasé página. Y creo que nunca estuvo contento con ello. Cuando me negué a acompañarle en su funesto plan, me llevé un buen puñetazo en la cara.
»Sólo quiero vivir esta segunda vida muchos años más. De verdad. Espero que no se entere que os he dicho nada, si no, entonces sí que la he cagado pero bien. Estoy seguro de que es él. Tiene que ser él.
—¿En peli...? ¡Oh, no, Amedama-san, es sólo un malentendido! La joven preguntó sobre un asunto comprometido y se me cayó el v-vaso. Debo suponer que váis en equipo, no? ¿Tú tambien, Aotsuki-san?
—Sí. De hecho, Ayame es mi hermana —declaró el Hielo, y tomó asiento al otro lado de Ayame—. ¿Puedes ponernos dos zumos más, por favor?
—¿Zumos? Yo qui...
—Zumos.
Daruu apretó los dientes y se dio cuenta de por qué Kori hacía aquello. Miró a Ayame de reojo, y enseguida apartó la mirada de ella. Sus ojos repararon en la medalla con los dos kunai dorados que reposaba encima de la mesa.
—Y, ¿se puede saber cual fue la pregunta peliaguda que te hizo Ayame, Kirishima-san? Estamos...
—...investigando la muerte de Taichi Yamato y de Moiichi Danko. Lo sé.
—Un momento, no —tajó Kori, con cortesía—. Takahashi y Goruden eran sus apelli...
—No sé cómo se harían llamar ahora. Pero no eran quien decían ser. Y pensar que esos dos locos volverían a Amegakure, ¡pero qué osadía! Delante de sus mismas narices...
Daruu, impaciente, empezó a temer que el afable Kirishima-san, dueño de Los kunai cruzados, hubiese tenido algo que ver en todo aquél embrollo. De modo que atajó:
—Por favor, Kirishima. Al grano. ¿Has tenido algo que ver?
—Yo no. Pero sí que sé quién debe de ser el asesino. Ahora, por favor, dejadme empezar desde el principio... —El hombre se agachó y rebuscó algo en el armarete de detrás de la barra.
Daruu se dio cuenta de que Kori se tensó por el rápido descenso de la temperatura del local. ¿Y si... y si estaba buscando algún tipo de arma para atacarles?
Finalmente, Kirishima se reincorporó y depositó una chapa dorada idéntica a las otras dos que tenían ellos. Daruu, instintivamente, rebuscó en su portaobjetos y la colocó al lado de las otras dos. Kirishima soltó una débil y triste risilla.
»Otra vez con vosotros, cabrones —dijo—. En fin. No me queda más remedio que desvelaros la historia del nombre de este sitio.
»La historia de Los kunai cruzados.
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—Ninguno de vosotros tres había nacido cuando yo ya era un pequeño delincuente —dijo, con un brillo de... ¿añoranza? en los ojos—. Por aquél entonces, hurtaba carteras en las calles de la aldea. Aunque debía hacerlo condenadamente bien, si aquellos dos se fijaron en mí.
[color=cornflowerblue]»Hablo de ellos, claro. —Señaló con los dedos índices y corazón de una mano a las dos medallas doradas que no le pertenecían—. Yamato y Danko. O como decís que se llamaban ahora, Takahashi y Goruden, ¿no?
»Eran ladrones de bancos y joyerías, allanadores de ricos. Profesionales, a la cabeza del arte de la sustracción discreta. Junto a ellos, aprendí y mejoré mucho. Había otro chaval conmigo. Un chico de pelo negro, alto. Se llamaba Nobuki Notsu. Era igual o más bueno que yo en aquello, y tenía el doble de ambición.
»El día en el que nos entregaron la chapa dorada, el grupo de ladrones conocido como Los kunai cruzados ya se había ganado un renombre. Siempre recordaré ese día, el día de la traición de Yamato y Danko. Qué estúpidos fuimos... Veréis, el plan era atracar un banco, el más grande de Amegakure. Pero nuestros maestros ya estaban forrados de dinero. El dinero del banco no les interesaba. Lo que querían eran dos buenos chivos expiatorios. Se habían ganado nuestra confianza durante unos largos seis meses, y nos prepararon una encerrona con aquél golpe.
»Ese día, Notsu y yo descubrimos la verdad sobre esta medalla. Los kunai cruzados... siempre fueron solo dos. Estaba claro.
»Fue un caso bastante sonado, pero es normal que no lo conozcáis. Por entonces hubo mucho revuelo. La broma nos salió cara: quince largos años en la carcel.
»Con treinta años y un cargo bastante grande de conciencia, decidí ganarme la vida honradamente y acabé fundando este negocio. Lo del nombre fue un pequeño homenaje a mi yo del pasado... y un poco de justicia poética. Si podía ganar unas perras a costa de aquellos cabrones... ¡ja, ja, ja!
»Pero Notsu nunca lo superó. Le ofrecí montar esto con él, precisamente en este lugar, la antigua guarida de aquellos cabrones. Le ofrecí convertirnos en un tipo de kunai cruzados diferente. Los otros dos kunai. Aunque con reservas, al principio aceptó, pero cuando estábamos limpiando el sitio y transformándolo en esto que véis, encontramos un diario. El diario de Danko. Además de confirmar nuestras sospechas sobre nuestros antiguos compañeros, descubrimos que partieron hacia el este, hacia el País del Bosque, con todo el dinero. Le insistí mucho, pero Notsu... cegado por la venganza, decidió marcharse. Buscarlos. Acabar con ellos.
»Supongo que los cabrones se ocultaron durante un tiempo y luego decidieron volver a Amegakure, quien sabe si arrepentidos o no. Quizás hicieron como yo, y refundaron sus vidas. Pero como comprenderéis, no puedo sentir pena por su muerte. Sólo miedo.
»Yo no le hice nunca nada a Notsu. Pero... pasé página. Y creo que nunca estuvo contento con ello. Cuando me negué a acompañarle en su funesto plan, me llevé un buen puñetazo en la cara.
»Sólo quiero vivir esta segunda vida muchos años más. De verdad. Espero que no se entere que os he dicho nada, si no, entonces sí que la he cagado pero bien. Estoy seguro de que es él. Tiene que ser él.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)